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El tesoro de los dos que soñaron

"El tesoro de los dos que soñaron"

(Para Caro Trentini, cuya amistad es tanto un sueño compartido como un tesoro hallado)


En “Dos que soñaron” (publicado originalmente en Crítica el 13 de mayo de 1934 y luego recogido bajo el título Historia de los dos que soñaron en Historia universal de la infamia), Borges ya introduce su característico marco oriental: narrador impostado como historiador árabe, invocación a Alá y tono legendario en tercera persona. Este recurso no es casual, sino una fórmula que replica los cuentos de Las mil y una noches, dotando de solemnidad y verosimilitud al relato sobre sueño, fe y recompensa divina. Dos años después, en febrero de 1936, publica en Obra “Historia de los dos reyes y los dos laberintos” (réplica que reaparece el 16 de junio de 1939 en El Hogar como Una leyenda arábiga, y en 1949 se incluye en El Aleph con el título definitivo Los dos reyes y los dos laberintos). En cada etapa Borges pule el texto: refina el preámbulo (“Cuentan los hombres dignos de fe…”), compacta la narración y afina el giro moral. De este modo, ambos cuentos funcionan como dos momentos de un mismo experimento literario: el primero explora el sueño y la fe, el segundo la soberbia y la venganza, ambos envueltos en el mismo estilo y pulidos en sucesivas reediciones.


Borges demuestra una notable destreza en la condensación de relatos complejos en estructuras breves y efectivas. En este cuento, emplea una economía narrativa que, sin sacrificar profundidad, permite una lectura ágil y cargada de tensión. La estructura tripartita del relato —introducción (el sueño), desarrollo (viaje y castigo en Isfahán), y desenlace (revelación y hallazgo del tesoro)— se articula con precisión, sin adornos innecesarios, lo que intensifica el impacto de cada elemento narrativo.

El uso de la enumeración, especialmente en la descripción de las pruebas que enfrenta el protagonista durante su viaje, no solo enriquece la trama, sino que también subraya la magnitud de su sacrificio y la fe inquebrantable que lo guía. Esta técnica refuerza el tono épico del relato, evocando las antiguas leyendas sin caer en la redundancia.

Además, la simetría espacio-temporal entre El Cairo y Persia, entre el sueño y la vigilia, establece un paralelismo que otorga al cuento una estructura especular. Este recurso no solo organiza la narración, sino que también refleja la idea de que el destino y la recompensa están intrínsecamente conectados al origen y al esfuerzo realizado.

“Historia de los dos que soñaron” ofrece una rica reflexión sobre la fe, la perseverancia y la ironía del destino, elementos que pueden ser abordados en el ámbito educativo para fomentar el pensamiento crítico y la interpretación literaria. El cuento presenta a dos personajes que, guiados por sueños, emprenden viajes en busca de un tesoro, solo para descubrir que la verdadera recompensa se encuentra en su lugar de origen. Esta estructura narrativa invita a los lectores a reflexionar sobre la naturaleza de los deseos y las recompensas, cuestionando la idea de que la felicidad o el éxito se encuentran siempre en lugares lejanos.

Además, el relato permite explorar temas como la credulidad, la interpretación de los sueños y la interacción entre la realidad y la ficción. Los estudiantes pueden analizar cómo Borges utiliza elementos de la literatura oriental para construir una historia que, aunque aparentemente simple, encierra profundas lecciones sobre la vida y la condición humana.

En el aula, este cuento puede servir como punto de partida para debates sobre la importancia de la fe en uno mismo, la interpretación de las señales y la búsqueda de significado en la vida cotidiana. Asimismo, permite a los estudiantes desarrollar habilidades de análisis literario, identificando recursos narrativos y estilísticos que enriquecen el texto.

En “Historia de los dos que soñaron”, el sueño no se presenta como una mera fantasía o evasión, sino como un símbolo profundo que trasciende lo onírico para convertirse en una herramienta narrativa cargada de significado. Este recurso se alinea con la concepción borgeana del sueño como un espacio donde se entrelazan la realidad y la ficción, y donde las fronteras entre ambas se difuminan.

El sueño del protagonista de El Cairo, quien es instruido por una figura en su sueño para buscar un tesoro en Persia, desencadena una serie de eventos que lo llevan a enfrentarse a desafíos y, finalmente, a descubrir que el tesoro se encontraba en su propio hogar. Este giro irónico sugiere que el sueño actúa como una guía hacia el autodescubrimiento y la comprensión de que lo que se busca a menudo está más cerca de lo que se imagina.

Además, el sueño en este relato puede interpretarse como una metáfora de la creación literaria misma. Borges, conocido por su exploración de los límites entre la realidad y la ficción, utiliza el sueño como un vehículo para reflexionar sobre la naturaleza del deseo, la interpretación y la búsqueda de significado. Al igual que el protagonista sigue las indicaciones de su sueño, el escritor sigue las visiones y deseos que surgen en su mente para construir mundos narrativos que, aunque ficticios, resuenan con la realidad del lector.

Este enfoque del sueño como símbolo invita a los lectores a considerar la importancia de los sueños y deseos en sus propias vidas, y cómo estos pueden servir como catalizadores para el crecimiento personal y la comprensión profunda de uno mismo.

Más alla de lo fantástico y lo maravilloso


"Historia de los dos que soñaron" escapa a las categorías tradicionales de la narrativa fantástica, como las propuestas por Tzvetan Todorov, quien distingue entre lo "fantástico" (lo que genera duda entre lo real y lo irreal) y lo "maravilloso" (lo que acepta lo sobrenatural como parte del mundo). El relato de Borges, sin embargo, transita por una zona intermedia, donde lo sobrenatural se presenta de manera tan natural que no genera duda en el lector, sino una reflexión profunda sobre la fe, el destino y la ironía. Esta característica lo acerca más a lo "maravilloso", pero con una carga filosófica que lo distingue de los relatos tradicionales de este género.

Además, este cuento puede considerarse una especie de "ensayo apócrifo", un término que Borges utiliza para describir relatos que imitan o recrean textos antiguos o tradicionales. En este caso, el cuento se presenta como una narración extraída del "Libro de las mil y una noches", lo que le otorga una autoridad y una atmósfera de autenticidad. Esta estrategia narrativa permite a Borges explorar temas complejos y profundos bajo la apariencia de una simple historia moral, evidenciando su maestría en la manipulación de formas literarias y su capacidad para fusionar lo real y lo ficticio.

Por lo tanto, "Historia de los dos que soñaron" no solo es una reflexión sobre la fe y el destino, sino también una muestra del proceso creativo de Borges, quien, en sus primeros relatos, experimentaba con la forma y el contenido, construyendo una obra que, con el tiempo, se orientaría hacia una narrativa más claramente fantástica y metafísica.


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