Modelo de monografía



Introducción.
En la presente monografía presentaremos un análisis de la novela Kryptonita de Leonardo Oyola. Nuestra hipótesis es que la novela reivindica las identidades periféricas construyendo un referente ficcional que son evaluadas de manera positiva. Salta a primera vista que algunos personajes de la obra son marginados en virtud de la lógica hegemónica
capitalista y heteronormativa. A su vez, esta marginación no puede deslindarse de las representaciones que se hacen en ella de las instituciones estatales y de los funcionarios de las mismas. Por lo tanto, no debemos abordar la obra como un fenómeno aislado, sino como un elemento que discute con nuestra tradición literaria y con los fenómenos culturales, sociales y políticos, indisociables de nuestra historia nacional. Así, el análisis de la obra debe ser llevado a cabo por medio de distintos elementos,como los géneros literarios, los tópicos recurrentes en nuestra literatura nacional y las intertextualidades con elementos de la cultura popular, extranjera y autóctona, entre otros. Esta multiplicidad de miradas nos permitirá enriquecer nuestra visión sobre la problemática escogida y llegar a una conclusión fundada al respecto.
Para comenzar no podemos dejar de tener en cuenta las múltiples intertextualidades que establece la novela con elementos de la cultura popular, ya sean propios de la Argentina  o extranjeros. Así, encontramos diferentes elementos culturales que provienen de la música como la cumbia villera, el reggaetón, el rock y la música pop, elementos que provienen de la televisión, como el programa de Carozo y Narizota y el Canal Crónica, y, por supuesto, la intertextualidad que establece Kryptonita con la literatura[1] de las historietas estadounidenses, sobre todo con la liga de la justicia, cuyos personajes son reconfigurados en la novela. Es importante destacar que la apropiación de estos elementos culturales extranjeros no se da de una manera pasiva, sino que existe en el seno de la obra una suerte de polifonía bajtiniana en virtud de la cual existen distintas voces o distintos puntos de vista que se hallan en diálogo constante, y, que por lo tanto, no son presentadas de una manera contradictoria sino que forman un todo armónico. Por eso, la obra, a pesar de incorporar elementos culturales extranjeros, los pone en relación con nuestras categorías perceptuales y los reconfigura para apropiarse  de ellos y hacerlos entrar en nuestra estructura cultural: “Yo le estoy hablando del carnaval de acá, de nuestros corsos” (Oyola: 139).A pesar de tratarse de identidades marcadas por elementos culturales extranjeros, no son identidades pasivas que se dejan determinar sino que intervienen activamente en la recepción de éstos.Cada una de las experiencias de los personajes relativas a la cultura popular que viene de afuera son vividas desde sus propios espacios, como la villa, el carnaval, el boliche, por lo cual estos elementos que vienen de afuera adoptan un carácter autóctono al ser reconfigurados en dichos espacios.
Articuladores.
Otra cuestión a tener en cuenta son aquellos ejes que nos permiten leer los textos que se encuentran alejados en el tiempo, que poseen una carga cultural y que otorgan a los discursos concretos su referencialidad  socio-histórico-cultural. Andrea Bocco denomina a estos ejes articuladores y afirma que entre ellos se encuentra la oposición “civilización/barbarie” como uno de los privilegiados en la literatura argentina[2]. A partir de aquí podemos hablar de una tradición literaria nacional que establece una relación asimétrica entre lo civilizado y lo bárbaro. Se trata, según la autora, de construcciones aparentemente vacías, pero que se llenan a través de la fuerte apreciación que contienen evaluando de manera negativa a la barbarie y positiva a la civilización. Kryptonita no deja de lado el eje en cuestión, sin embargo no sólo invierte las valoraciones que se hacen respecto a los elementos del articulador sino que las relativiza y las pone en cuestionamiento. En la novela encontramos personajes que representan lo bárbaro y que no responden a la lógica capitalista y heteronormativa, que se oponen a la civilización, como el Orejón y Lady Di. Podemos observar distintas valoraciones al respecto que son realizadas por algunos personajes: “La doctora Galiano (…) habla de ellos llamándolos ‘estos negros de mierda’”(Oyola: 24), más tarde Corona, en tono irónico: “Yo te respeto, Lady Di. Yo te respeto. Hay que tener pelotas para ser travesti. Romperse bien el culo. Qué sé yo” (Oyola: 98). Sin embargo, la obra no presenta una visión maniqueista del eje en cuestión, sino que describe los mecanismos sociales que hacen posible la marginación y victimización de estos sujetos que se encuentran fuera de la lógica capitalista: “En definitiva: el Orejón es un pibe chorro. Y a un pibe chorro es difícil que en una guardia lo salven (…) si llega así, sólo, entra vivo y sale muerto” (Oyola: 32). Por otro lado Federico explica el trasfondo de las actividades criminales de estos “pibes chorros”: “Hay que llegar hasta el brazo ejecutor, porque es él quien nos dice si detrás no había algo más (…)La misma policía se encarga de buscar chicos menores de edad que usan para realizar delitos que ellos mismos no quieren hacer por una cuestión de jerarquía y por autopreservación” (Oyola: 127-128). De esta manera observamos como las instituciones estatales y sus funcionarios, médicos y policías (asociados con la civilización), empujan a los sujetos considerados tradicionalmente bárbaros a la delincuencia y al desamparo. Se hace evidente, entonces, la falacia de la distinción entre civilización y barbarie cuando se pone en evidencia los mecanismos sociales que hay detrás de las configuraciones sociales de las identidades. El autor le otorga voz a los sujetos que se encuentran marginados para dar cuenta de discursos que no se adecuan a la lógica hegemónica y que otorgan un nuevo punto de vista sobre las problemáticas sociales.
Es necesario aclarar que este cuestionamiento del articulador civilización/barbarie no es original de Leonardo Oyola, sino que la encontramos a lo largo de diferentes textos en la historia de nuestra literatura, en la que es posible tener en cuenta discursos periféricos, así, en el siglo XX encontramos el grotesco criollo y el realismo de los escritores de Boedo.  A su vez, debemos decir que cada uno de estos textos discute con la realidad social contemporánea, de manera tal que la novela discute con los fenómenos sociales propios de su época, es decir, fenómenos sociales muy recientes del siglo XXI, pero que al mismo tiempo son continuidades de problemas del pasado que tienen origen en nuestra historia.
El trabajo.
La relación de los personajes con el trabajo también es problemática y es lo que en parte termina marginándolos, ya que los sujetos no se subordinan a la lógica económica en la que usan su fuerza de trabajo en beneficio de un patrón, es decir no son sujetos útiles para la lógica capitalista imperante. Esto es en parte lo que termina produciendo una estigmatización y una persecución por parte de los aparatos represores  del estado. Los miembros de la banda de Nafta Súper son delincuentes y, por lo tanto, rebeldes a un sistema opresor que los intenta colocar en una posición subordinada en la estructura social capitalista en la que se encuentran. “Hacer plata de un modo diferente no está bien visto, doctor. Porque por trabajo se entiende otra cosa. No lo que nosotros hacemos. Aunque estemos orgullosos. Todo lo que tenemos nos lo ganamos con lo que somos.”(Oyola: 182).Esta problemática de los sujetos respecto al trabajo puede observarse en otras obras como La fiaca de Ricardo Talesnik y que goza de una gran tradición literaria en nuestro país.
Narraciones de vida.
Otro recurso empleado por el autor es la narración que hacen los personajes de sus propias vidas, gracias a las cuales sus identidades se enriquecen aportando un nuevo punto de vista que muestra aquello que los discursos oficiales ocultan: la falta de recursos económicos, la violencia simbólica y las fallas de la sociedad que enmarca a estos sujetos: “Es triste no saber jugar a la pelota si vivís en la villa y sos varón. Muchas otras cosas para hacer no hay”(Oyola: 142). “Lo tuvieron que operar. ¿Sabe lo que uno tiene que pasar para una intervención quirúrgica como esta si no tiene obra social? ¡Qué le voy a contar yo justo a usted!” (Oyola: 81). De estas narraciones surge, además, que no son sólo las instituciones oficiales las que ejercen esta violencia sino que se trata del funcionamiento entero de la sociedad, como ejemplo podemos citar al programa de Carozo y Narizota y la discriminación a la hora de elegir los niños con quien merendar “Las calles acá son de tierra, hijo. Por eso no puede venir a tomar la leche Carozo con nosotros” (Oyola: 111). Estas narraciones deben ser entendidas como un acto político de reivindicar sus propias identidades al mismo tiempo que denuncian las injusticias sociales. Estas narraciones están formuladas desde un código lingüístico propio y que les permite a los personajes aportar un nuevo punto de vista y una forma distinta de evaluar el mundo que los rodea: “Y vio, Tordo, como somos los tipos cuando nos ponemos en curda, ¿no? Primero nos pinta jugarla de honestos. Después se viene el guachito mimoso (…) Fija. Somos de manual.” (Oyola: 154).
El policial.
De lo hasta aquí expuesto se destaca el papel que cumple la policía en la problemática seleccionada y que se relaciona a su vez con la participación de la obra en el género policial(Decimos que la obra participa del género policial y que no pertenece a él ya que también encontramos elementos que son característicos de fantástico). Podemos afirmar junto a Todorov[3]que en Kryptonita no hay historia que adivinar, es un relato de acción en el cual el protagonista arriesga su vida y corre peligro. Así, en la novelalo que se va descubriendo son la determinación de las relaciones sociales, los juegos de poder y la corrupción. Los relatos de la serie negra vienen a narrar lo que excluye y censura la novela policial clásica, que la causalidad es siempre económica[4]. En este sentido es necesario tener en cuenta las características propias del género en la Argentina ya que la última dictadura militar operó cambios en las formas de representación y percepción de las fuerzas de seguridad. Efectivamente, en la actualidad no es verosímil la representación de un cuerpo policial inmaculado sin estar signado por la corrupción y la violencia, la policía es presentada como un aparato represor del estado encargado de mantener las condiciones sociales de dominación por medio de la fuerza, lo cual se puede ver en toda la obra: “Ventura, antes de retirarse, me da la mano y cuando se la estrecho siento los billetes que me está entregando” (Oyola: 32). Por lo tanto, en nuestro país, lo político y social fueron absorbidos por lo policial, y a su vez lo transforman: es el vehículo más fácil de hacer entrar esos aspectos en la literatura[5]. En este sentido, la corrupción y la violencia de las instituciones policialesdan cuenta del marco político donde se imponen identidadesevaluadas de manerapeyorativa sobre los jóvenes pobres que son utilizados para cometer delitos y que, a su vez, son discriminados por otras instituciones, como los hospitales, que les niegan su ayuda: “Porque el que sabe pensar aprovecha y se aprovecha de esa cualidad. La pobreza y la exclusión social alejan a los chicos de los estudios.” (Oyola: 128). De esta manera, Kryptonita se encuentra en diálogo con otras obras del policial características de la Argentina, obras que no dejan de tener un carácter político. Entre ellas podemos mencionar como ejemplo paradigmático Operación Masacre de Rodolfo Walsh.
El fantástico.
Nos apresuramos en adelantar que la novela también participa del género fantástico y que desde este punto de vista también existe un carácter político. En Argentina, el fantástico ya había sido explorado por otros autores como Cortázar y Borges, sin embargo, Kryptonita presenta sus particularidades. La novela no es una obra mimética, no pretende imitar una realidad externa, pero tampoco es maravillosa porque si bien en ella existen elementos sobrenaturales, estos no son dados como un todo absoluto y uniforme. En todo momento se produce una vacilación tanto del personaje como del lector (por identificación con el personaje) que es causado por un elemento disruptor de un orden dado. Así, el orden unívoco de la realidad pasará a ser cuestionado planteándose una inestabilidad narrativa que arranca al lector de la aparente comodidad y seguridad del mundo conocido y cotidiano, para mantenerlo en algo más extraño[6]. Como consecuencia se produce dentro de la novela una zona interna entre lo real y lo imaginario, generándose relaciones entre ellos. Kryptonita introduce un diálogo con lo real e incorpora ese dialogo como parte de su estructura realizando un cuestionamiento de los presupuestos que se dan por sentados en nuestra realidad. En la obra podemos observar distintos elementos que cuestionan la lógica de un orden preestablecido en nuestra sociedad, como por ejemplo los poderes especiales del Ráfaga, el Faisán y Nafta Súper entre otros: “Y, antes de responderle al policía, nos miramos cómplices con Nilda y sonreí desquiciado señalando el agujero en la pared cuando le aseguré: - Voló.”(Oyola: 212).Sin embargo, existe un personaje privilegiado  que se configura como elemento disruptor: el diablo amarillo que es percibido sólo por una gitana y el narrador homodiegético. “Y de sus cenizas apareció largando un humo negro un diablo de capa amarilla vestido con una capa celeste.” (Oyola: 29).
La vacilación que se produce en el medico se intensifica aún más si consideramos el uso de drogas y la privación de sueño que sufre en razón de su trabajo: “Pero me aguanté porque en cuatro horas, en cuatro horitas nada más, había sopa de Alprazolam y ensalada de Duxetil”(Oyola: 25). Esta vacilación se produce en el narrador homodiegético, por lo que se traslada al lector que tiene las mismas herramientas para dar coherencia interna a la novela. Entre las cuestiones puestas en crisis se encuentran las identidades de los diversos personajes por medio de un diálogo de la ficción con “lo real”, esas identidades dadas por discursos oficiales y generalizados que intentan imponer a los sujetos un carácter delictivo e inmoral (construyendo un tipo social) se relativizan y ponen en cuestionamiento. Aquí es donde encontramos el carácter subversivo del fantástico ya que toma elementos de la “realidad” y los reconfigura por medio de la operación de la vacilación generando nuevos puntos de vista sobre estas identidades. Es decir, el tema de Kryptonita es el otro: “Cuéntenla como quieran. Que somos dioses, que somos hombres, que somos buenos, que somos malos… Pero que se entienda que no somos fantasía. Que somos realidad” (Oyola: 209). Por lo tanto, la novela en lugar de un orden alternativo, crea la otredad, un mundo reemplazado y dislocado e incorpora lo que Todorov considera los temas del no-yo. El concepto del mal que generalmente se atribuye al otro se hace relativo y se hace evidente que cambia según los valores y miedos culturales. El mal, dice Jackson, caracteriza todo lo que sea radicalmente diferente a mí y que por esa razón constituye una amenaza para mi existencia. La obra analizada da cuenta de las operaciones y las premisas culturales en las cuales, en nuestra sociedad Argentina se trata al pobre como un otro, delincuente que debe ser excluido y que es el generador del mal y de la destrucción del orden dado. Pero también hace evidente que dichos presupuestos y estereotipos sociales de “la realidad” no son más que una construcción que tiene en cuenta los miedos y los valores propios de nuestra sociedad.
Conclusión.
Podemos observar como la novela Kryptonita pone en cuestionamiento y relativiza todas aquellas percepciones negativas de sujetos marginados, evidenciando la falta de profundidad en aquellos discursos que estigmatizan al pobre, al homosexual o a cualquier sujeto que no se identifica con los valores hegemónicos. La novela, hace explícitos los mecanismos sociales por medio de los cuales se producen la marginación. Además, se denuncia el accionar de las instituciones estatales, como la policía, el sistema sanitario y el sistema educativo, así como también el funcionamiento de una sociedad que ejerce una violencia simbólica de manera constante. Por otro lado, la participación del policial y el fantástico le procuran herramientas para ahondar aún más en esta problemática. Nuestra hipótesis, ahora transformada en tesis genera nuevos interrogantes: ¿Es posible una sociedad que valore positivamente la diversidad en nuestro país?¿Qué papel juegan las instituciones en esta problemática? Desde la literatura ¿Qué efectos políticos puede tener una obra como Kryptonita efectivamente?



[1] Consideramos que las historietas de la firma DC son literatura en virtud de la relación que ha establecido el público lector con estos textos, siguiendo el criterio de Terry Eagleton.
[2] Bocco Andrea, Literatura y periodismo 1830-1861. Editorial Universitas 2004. Pp 41-46.
[3]TodorovTvetzan, Tipología del relato policial en Link, El juego de los cautos. La Marca 1992.
[4]Enríquez Mariana, De la gorra. Página 12 2002.
[5] Ídem.
[6] Rosemary Jackson, Fantasy: literatura y subversión.Catálogos 1986.

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