Fragmentos de textos literarios para trabajar morfosintaxis

La Iliada


  1. Canta, oh diosa, la cólera del pélida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves -cumplíase la voluntad de Zeus- desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles. (Canto I)
  2. Y así como dos corrientes que bajan de las cumbres de una gran montaña se precipitan por los barrancos y se unen en un valle, con estruendo terrible, y el pastor oye el ruido desde lejos; así era el clamor y el griterío que levantaban los que se encontraban en la llanura. (Canto IV)
  3. Y mientras él meditaba estas cosas en su ánimo y en su corazón, arrancósele la correa que sujetaba el argénteo vaso labrado; cayó este al suelo con estrépito, y el héroe lanzó un grito. (Canto VI)
  4. Y cuando llegaron al sitio donde les aguardaba el escudero del hijo de Peleo, desuncieron los caballos y los dejaron junto al carro; luego condujeron a los dos jóvenes llorando hasta la tienda y los tendieron en el suelo, llenos de polvo. (Canto XI)
  5. Y así como un león montés confía en su fuerza y ataca sin vacilar a un numeroso rebaño de vacas o de pingües ovejas que pastan en un prado verdejante bajo la custodia de los perros y de los pastores; pero él no se asusta hasta que ha dado muerte a alguna; del mismo modo, Menelao Atrida se lanzó contra los troyanos para salvar a su hermano. (Canto XIII)
  6. Y así como una mujer echa leña o carbones encendidos sobre una hoguera para que arda más y se caliente pronto una gran casa durante una helada noche; así resonaba la hermosa armadura cuando Aquiles se la ponía sobre sus robustos hombros. (Canto XIX)
  7. Y como cuando un hombre tiene sed y bebe vino puro, que le abrasa las fauces y le aumenta el deseo de beber; así te abrasaba a ti la sangre del héroe Eácida cuando perseguías a los magnánimos troyanos para darles muerte. (Canto XX)
  8. Y como cuando un hombre abre una gran red para pescar en la playa del ponto inmenso y saca una multitud de peces que saltan en las mallas; así quedaron tendidos unos junto a otros los troyanos por las naves, mientras Aquiles llegaba enfurecido. (Canto XXI)
  9. Y como cuando un hombre mata con hacha afilada un buey grande o una blanca oveja o un cerdo pingüe que gruñe con fuerza mientras le cortan el cuello; así Héctor jadeaba mientras Aquiles le arrastraba hacia las naves aqueas. (Canto XXII)
  10. Y como cuando una madre recibe a su hijo único, que vuelve sano y salvo después de largo tiempo de haber estado ausente en tierra extraña; así abrazó Priamo al divino Aquiles, sollozando sobre sus rodillas mientras aquél temblaba por miedo al rey aqueo. (Canto XXIV)

 


Quijote 

 

1. En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. (Capítulo I) 

2. Quiso llamarle Rocinante, nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo. (Capítulo I) 

3. Y así, sin dar parte a persona alguna de su intención y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, que era uno de los calurosos del mes de julio, se armó de todas sus armas. (Capítulo II) 

4. En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: -La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear. (Capítulo VIII) 

5. Y diciendo esto y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante. (Capítulo VIII) 

6. En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. (Capítulo I) 

7. En esto llegaron dos frailes de la orden de San Benito; pero él fingió que eran dos gigantes como dos torres; y no se imaginaba otra cosa sino que los libros de caballerías decían verdad y todo por el estilo era verdad. (Capítulo VIII) 

8. Y volviéndose al cura le dijo: -Bien se puede decir señor licenciado Pedro Pérez -que este era el nombre del cura-, que quien canta sus males espanta; pero no por eso se ha de dejar lo que toca al remedio destos; y pues vuestra merced sabe que todos somos cristianos viejos y limpios como las palmas... (Capítulo III) 

9. Y diciendo esto dio una señal a Sancho Panza para que soltase a Clavileño; el cual sacudiendo las alas con increíble estruendo levantó vuelo con más prisa que una bala disparada por una escopeta grande. (Capítulo XLI) 

10. Y así acabó su vida el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, cuyo lugar no ha querido poner Cide Hamete puntualmente por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo... (Capítulo LXXIV) 

 

Edgar Allan Poe 

  

1. No espero ni pido que nadie crea el extraño aunque simple relato que voy a escribir. (El gato negro) 

2. El sonido creció más y más claro: era evidente que se acercaba una tropa de hombres armados: el corredor por donde debían venir resonaba con un ruido metálico. (El pozo y el péndulo) 

3. La casa, como he dicho, estaba vieja y descuidada; los arbustos habían crecido tanto que casi ocultaban la fachada; el césped estaba alto y lleno de maleza. (La caída de la casa Usher) 

4. El misterio de Marie Rogêt, la desaparición de esta joven, ha sido el tema de discusión en todos los periódicos de París durante los últimos tres meses. (Los crímenes de la calle Morgue) 

5. El hombre que entró era alto, moreno, delgado y tenía unos ojos muy grandes y brillantes; llevaba un sombrero de copa y un abrigo negro con cuello de terciopelo. (El hombre de la multitud) 

6. La noche estaba fría y sombría; tres o cuatro nubes negras se cernían sobre la luna llena y un viento agudo silbaba entre los árboles. (Ligeia) 

7. Me estremecí al pensar en el horror que debía sentir mi hermana al ver entrar a aquellos hombres; pero pronto recobré la sangre fría. (El entierro prematuro) 

8. Era una mañana fría y grisácea de finales de octubre; caminaba por una calle solitaria del barrio antiguo de la ciudad cuando me llamó la atención un pequeño letrero que decía: «Vendo Raridades». (El escarabajo de oro) 

9. No podía creer lo que veían mis ojos: sobre el lienzo había aparecido el retrato más vivo que jamás había visto; era el rostro de una joven de una belleza sobrenatural, con unos ojos profundos y melancólicos que me miraban fijamente. (El retrato oval) 

10. Y el cuervo dijo: «Nunca más». (El cuervo) 



 El amor brujo 

  

1. De allí que Balder oscilara entre los excesos más opuestos con brevísimos intervalos de tiempo.¹ 

2. Una ansiedad permanente solicitaba en él compañía femenina, que rechazaba casi inmediatamente de obtenerla.¹ 

3. Donde se imaginaba un palacio descubría una choza.¹ 

4. La presentida era como las otras, y se apartaba de ellas con agrios modales de defraudado.¹ 

5. Al aparecer Irene, su corazón dio un salto tremendo.¹ 

6. Estanislao, a su vez, le confiaría que no se reprochaba las falsedades injertadas en su primera y segunda carta, ya que eran para mayor gloria de ese amor que envasaba.¹ 

7. La novela El amor brujo de Roberto Arlt (1932) es la última que escribió antes de dedicarse al teatro.³ 

8. Su protagonista, el ingeniero Balder, es un hombre contradictorio, fragmentado por una angustia existencial, que siente el llamado del camino tenebroso, la invitación a alejarse de una realidad que se le revela ficticia.³ 

 

Rayuela 

  

1. Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.¹ 

2. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.¹ 

3. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.¹ 

4. Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todas los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos.¹ 

5. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto.¹ 

6. Al fin comprendió que lo que le había pasado era una cosa tan vieja como el mundo.² 

7. La Maga estaba allí como una isla encantada en medio del río.² 

8. No se puede vivir sin amar.²


9. Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos

  

 

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