Vínculos violentos

Instituto Nazareth de Educación Media para Adultos
Proyecto institucional de Eduación Sexual Integral en la educación para adultos

Vínculos violentos

Chicas muertas, Selva Almada (fragmento)

1


De chica, mi madre me contó en varias ocasiones la misma anécdota. Una de cuando recién se habían casado con mi padre. Ellos se casaron muy jóvenes, con dieciséis y dieciocho años pues mi mamá estaba embarazada, un embarazo que perdió a los seis meses. No habían tenido un noviazgo largo, así que no se conocían demasiado. Al poco tiempo de vivir juntos, mientras almorzaban, tuvieron una discusión, alguna tontería de adolescentes, que se fue poniendo acalorada. Entonces mi padre levantó una de sus manos, amagándole una cachetada. Y mi madre, ni lerda ni perezosa, le clavó un tenedor en el brazo que él tenía apoyado en la mesa. Mi padre nunca más se hizo el guapo.
Cada vez que me la contaba me quedaba pensando cuál de esos tenedores —me encantaba ese juego de cubiertos con mangos de acrílico amarillo que les habían regalado para el casamiento—, cuál de ellos había probado la carne de mi padre.
No recuerdo ninguna charla puntual sobre la violencia de género ni que mi madre me haya advertido alguna vez específicamente sobre el tema. Pero el tema siempre estaba presente. Cuando hablábamos de Marta, la vecina golpeada por su marido, la que a su vez descargaba sus propios puños sobre sus hijos, sobre todo en el Ale, un nene que dibujaba solamente arañas. A veces nos acostábamos en el pasto a mirar el cielo y si veíamos esas nubes largas, finitas y grumosas, muy juntas entre sí, como ondas, decía: mirá, mi papá estuvo arando el cielo. Su papá era chacarero. El Ale murió en un accidente de moto a los dieciséis.
Cuando hablábamos de Bety, la señora de la despensa que se colgó en el galponcito del fondo de su casa. Todo el barrio decía que el marido le pegaba y que le sabía pegar bien porque no se le veían las marcas. Nadie lo denunció nunca. Luego de su muerte se corrió la voz de que él la había matado y había tapado todo pasándolo por un suicidio. Podía ser. También podía ser que ella se hubiera ahorcado, harta de la vida que tenía.
Cuando hablábamos de la esposa del carnicero López. Sus hijas iban a mi escuela. Ella lo denunció por violación. Hacía tiempo que, además de golpearla, la abusaba sexualmente. A mis doce años, esa noticia me había impactado muchísimo. ¿Cómo podía ser que el marido la violara? Los violadores siempre eran hombres desconocidos que agarraban a una mujer y se la llevaban a algún descampado o que entraban a su casa forzando una puerta. Desde chicas nos enseñaban que no debíamos hablar con extraños y que debíamos cuidarnos del Sátiro. El Sátiro era una entidad tan mágica como, en los primeros años de la infancia, la Solapa o el Viejo de la Bolsa. Era el que podía violarte si andabas sola a deshora o si te aventurabas por sitios desolados. El que podía aparecer de golpe y arrastrarte hasta alguna obra en construcción. Nunca nos dijeron que podía violarte tu marido, tu papá, tu hermano, tu primo, tu vecino, tu abuelo, tu maestro. Un varón en el que depositaras toda tu confianza.

Preguntas para debatir
a) ¿Qué diferentes formas de violencia de género se manifiestan en este relato? ¿En qué consisten? Expliquen.
b) Según el texto, ¿qué podemos inferir con relación a los espacios donde ocurre una violación? ¿cómo se contrasta este hecho estadístico y el discurso hegemónico?

2

Cuando el Cachito García sacudía las siestas del barrio con los escándalos que le hacía a su novia. El Cachito era un ladrón de gallinas y salía con la hija mayor de los Bonnot, unos vecinos nuestros. Don Bonnot trabajaba en una constructora de caminos y estaba fuera de la casa la mayor parte del año. Su mujer y su numerosa prole femenina, todas chicas muy lindas, vivían solas. El Cachito era celoso y dos por tres la puteaba a su novia porque se pintaba o usaba ropa ajustada o la veía hablando con otro muchacho. Una vez fue un poco más lejos. La casa de los Bonnot era una prefabricada de madera y el Cachito roció los alrededores con querosén y amenazó con prenderle fuego. Los vecinos lo detuvieron antes de que incendiara todo.
Preguntas para debatir
a) ¿Qué ocurre cuando una relación es tóxica?
b) ¿Qué tipos de violencia se manifiestan? ¿Qué podemos decir de la mirada y la intervención de los vecinos?

3
Estas escenas convivían con otras más pequeñas: la mamá de mi amiga que no se maquillaba porque su papá no la dejaba. La compañera de trabajo de mi madre que todos los meses le entregaba su sueldo completo al esposo para que se lo administrara. La que no podía ver a su familia porque al marido le parecían poca cosa. La que tenía prohibido usar zapatos de taco porque eso era de puta.
Me crie escuchando a las mujeres grandes comentar escenas así en voz baja, como si las avergonzara la situación de la pobre desgraciada o como si ellas también le temieran al golpeador.
Mi madre hablaba de estas historias en voz alta y con indignación y siempre era la compañera de chisme de turno la que le hacía señas para que hablara más bajo, la que nos señalaba a los niños diciendo: cuidado, que hay ropa tendida… como si hablar de eso fuera mala palabra o, peor, les diera un pudor inmanejable.

Preguntas para debatir
a)      ¿Escuchó hablar alguna vez del término “micromachismos”? ¿cómo se manifiestan aquí?
 Analice la cita subrayada

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