(adaptación)
Hay dos
modalidades de funcionamiento cognitivo, dos modalidades de pensamiento, y cada
una de ellas brinda modos característicos de
ordenar la experiencia, de construir la realidad. Las dos, si bien son complementarias,
son irreductibles entre sí. Los intentos de reducir una modalidad a la otra o
de ignorar una a expensas de la otra hacen perder inevitablemente la
rica diversidad que encierra el pensamiento. Además, esas dos maneras de conocer tienen principios funcionales propios y sus propios criterios de
corrección. Difieren fundamentalmente en sus procesos de verificación. Un buen
relato y un argumento son clases naturales diferentes. Los dos pueden usarse
como un medio para convencer a otro. Empero, aquello de lo que convencen
es completamente diferente: los argumentos convencen de su verdad, los relatos
de su semejanza con la vida. En uno, la verificación se realiza mediante
procedimientos que permiten establecer una prueba formal y empírica. En el otro no se establece la verdad
sino la verosimilitud. Se ha afirmado que uno es un perfeccionamiento o
una abstracción del otro. Pero esto debe ser falso o verdadero tan sólo en la
manera menos esclarecedora. Funcionan de
modos diferentes, como ya se observó, y la estructura de un argumento lógico
bien formulado difiere
fundamentalmente de la de un relato bien construido. Con un argumento lógico se
realiza una búsqueda de verdades universales; con un relato se buscan
conexiones probablemente particulares entre dos sucesos: una pena mortal, un
suicidio, un juego sucio. Si bien es cierto que el mundo de un relato
(para lograr verosimilitud) tiene que ajustarse a las reglas de una coherencia
lógica puede transgredir esa coherencia para constituir la base del drama. Como
en las novelas de Kafka, en lasque una arbitrariedad no lógica en el orden
social proporciona el motor del drama. La modalidad del argumento lógico,
modalidad paradigmática o lógico científica, trata de cumplir el ideal de un
sistema matemático, formal, de descripción y explicación. Se ocupa de causas
generales, y de su determinación, y emplea procedimientos para asegurar
referencias verificables y para verificar la verdad empírica. Su lenguaje está regulado por requisitos de coherencia y no
contradicción. Su ámbito está definido no sólo por entidades observables
a las cuales se refieren sus enunciados básicos, sino también por la serie de
mundos posibles que pueden generarse lógicamente y verificarse frente a las
entidades observables; es decir, está dirigida por hipótesis de principios.
La modalidad narrativa del pensamiento produce buenos relatos, obras dramáticas
interesantes, crónicas históricas creíbles (aunque no necesariamente
“verdaderas”). Se ocupa de las intenciones y las acciones humanas y de las vicisitudes y consecuencias que
marcan su transcurso. Trata de situar sus milagrosa temporales en los
sucesos de la experiencia y de situar la experiencia en el tiempo y el espacio.
Paul Ricoeur sostiene que la narrativa se
basa en la preocupación por la condición humana: los relatos tienen
desenlaces tristes o cómicos o absurdos, mientras que los argumentos teóricos
son sencillamente convincentes o no convincentes. A diferencia de los vastos conocimientos que tenemos sobre el
funcionamiento del razonamiento lógico y científico, sabemos muy poco en
cualquier sentido formal sobre la manera de hacer buenos relatos. Al final, lo narrativo y lo paradigmático
existen uno junto al otro. Razón de más para que tratemos de
comprender e interpretar grandes relatos y cómo éstos crean una realidad que
les pertenece, tanto en la vida como en el arte.
SOBRE LA NARRACION
En un relato deben construirse
dos panoramas simultáneamente. Uno es el
panorama de la acción, donde los constituyentes son los argumentos de la
acción: agente, intención o meta, situación, instrumento; algo
equivalente a una “gramática del relato”. El otro es el panorama de la
conciencia: lo que saben, piensan o sienten, o dejan de saber, pensar o
sentirlos que intervienen en la acción. Los dos panoramas son esenciales y
distintos: es la diferencia que media entre el momento en que Edipo comparte el lecho con Yocasta antes de enterarse
por el mensajero de que es su madre y después de enterarse. En este sentido, la realidad psíquica predomina en
la narración y toda realidad que exista más allá del conocimiento de los que
intervienen en la historia es puesta allí por el autor con el objeto de crear
un efecto dramático. En realidad, es un invento de los novelistas y
dramaturgos modernos la creación de un mundo compuesto totalmente con las
realidades psíquicas de los protagonistas, dejando el conocimiento del mundo
“real” enel dominio de lo implícito. El
objeto de la narrativa son las vicisitudes de las intenciones humanas. Y puesto
que hay millares de intenciones e infinitas maneras de que entren en
conflicto –o así parecería- debería haber infinitas clases de relatos. Pero,
extrañamente, no es éste el caso. Según un punto de vista, las narraciones
realistas comienzan con un estado calmo, canónico o “legítimo” que es
interrumpido, con lo cual se produce una crisis que termina con la restitución
de la calma, dejando abierta la posibilidad de que el ciclo se repita. Una
definición flexible que permite determinar cuando un relato “es” un relato es
la que ya se mencionó: la narrativa se ocupa
de las vicisitudes de la intención. La intención es inmediata e intuitivamente reconocible:
no parece requerir para su reconocimiento ningún acto interpretativo complejo
por parte del espectador. La narración elabora un modelo de mundo posible que
existe en la mente del destinatario que le permite reconocer una gran cantidad
y variedad de fábulas y relatos, cualquiera que sea la expresión en que sea la
expresión en que se encuentran.
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