NO pronuncies gestos ni palabras.
No diluyas dotes de ladrillo:
el agua, el viento, la madera
los sueños, la piedra y el martillo
son signos glaucos de la vida
que no requieren comprensión ni olvido.
No pienses:
no hay sinapsis en vigencia.
Vencieron los plazos
y los buitres caminan lo que no pueden volar.
No me des la paz que no te pido
ni la guerra que puedo generar por cuenta propia.
Dame de vos lo más prohibido,
aquello que intuyo estás negándome:
tu fuerza brutal de cataclismo,
tu ronca raíz de remordimientos,
el fatal infortunio de tus días,
la fe que no tienes ni te inventas,
el plomizo ritual de tu rutina,
la asfixia venenosa que desgarra tu silencio,
el temible despertar de tu conciencia,
los trazos grotescos de tu infierno,
tu pobre lucidez de madrugada,
tus giros idiomáticos traviesos,
tu caos, tu insolencia, tu resaca,
tus afiebradas tormentas,
tus castillos de arena casi en ruinas,
tus furiosos dragones lanzallamas.
Dame de vos lo que no quieras darme.
No te protejas de mí, no te me escondas
Porque antes de desconocerte por completo,
tengo urgencia de aprenderte de memoria.
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