- ¿Qué clase de nave es ésa? -preguntó el
capitán Shure, mirando fijamente la pantalla, sin soltar el sintonizador de
precisión. El piloto Nelson miró por encima de su hombro.
- Espere un
momento.
Giró la cámara de
control y tomó una foto de la pantalla. La instantánea desapareció por el tubo
de mensajes, rumbo a la sala de mapas.
- Tranquilícese.
Barnes nos dará una identificación.
- ¿Qué están
haciendo ahí? ¿Qué quieren? Han de saber que el sistema de Sirio está cerrado.
- Fíjese en los
costados, hinchados como globos. -Nelson recorrió la pantalla con el dedo-. Es
un carguero. Observe el tamaño. Una nave de carga.
- Pues fíjese en eso.
Shure giró el
ampliador. La imagen de la nave aumentó de tamaño
hasta llenar la pantalla.
- Observe esos
salientes.
- ¿Qué quiere
decir?
- Armas pesadas.
Antihundimientos. Para disparar en el espacio. Es un carguero, pero también va
armado.
- Piratas, tal
vez.
- Es posible.
-Shure jugueteó con el micrófono de comunicaciones-. Estoy tentado de llamar a
la Tierra.
- ¿Por qué?
- Tal vez se
trate de una nave exploradora. Los ojos de Nelson destellaron.
- ¿Cree que nos
están sondeando? Y si hay más, ¿por qué no los detecta nuestra pantalla?
- Puede que el
resto se baile fuera del campo visual.
- ¿A más de dos
años luz? He puesto los radares al máximo. Y son los mejores que existen.
La identificación
procedente de la sala de mapas surgió del tubo y cayó sobre la mesa. Shure
abrió el sobre y examinó la hoja con toda rapidez. Después, se la pasó a Nelson.
- Mire.
La nave era del tipo
utilizado en Adharan. De primera clase, perteneciente a un grupo de cargueros
nuevos. Barnes había escrito de su puño y letra: «Se supone que no va armada.
Habrán añadido el cañón. Los cargueros de Adharan no suelen llevar armas».
- Entonces, no es
un cebo -murmuró Shure-. Podemos descartarlo. ¿Qué pasa en Adharan? ¿Por qué
aparece una nave de Adharan en el sistema de Sirio? La Tierra cerró esta región
hace años. Han de saber que aquí no pueden comerciar.
- Nadie sabe gran
cosa sobre Adharan. Participó en la Conferencia Comercial Galáctica, pero eso
es todo.
- ¿De qué raza
son los adharanos?
- Del tipo
arácnido. Típico de esta zona. Provienen de la rama Gran Murzim. Son una
variante del Murzim original, y muy reservados. Estructura social compleja,
pautas muy rígidas. Un colectivo regido por un estado orgánico.
- Quiere decir
que son como insectos.
- Supongo que sí.
En cierta manera son lémures.
Shure miró atentamente
la pantalla. Redujo la ampliación y observó lo que ocurría con atención. La
cámara siguió automáticamente a la nave de Adharan, alineada en línea recta con
ella. La nave adharana era negra, maciza, fea en comparación con la lisa nave
terrícola. Parecía un gusano bien alimentado, y sus hinchados costados eran casi
esféricos. Alguna luz de posición parpadeaba de vez en cuando, a medida que la
nave se aproximaba al planeta más exterior del sistema de Sirio. Se movía con
lentitud y cautela, como tanteando el terreno. Entró en la órbita del décimo
planeta y empezó a maniobrar para descender. De los cohetes de frenado brotaron
chorros rojizos. El enorme gusano derivó hacia la superficie del planeta.
- Van a aterrizar
-murmuró Nelson.
- Estupendo. Se
quedarán inmóviles. Los tendremos a tiro.
El carguero adharano
se posó sobre la superficie del décimo planeta. Sus cohetes enmudecieron. De
ellos surgió una nube de partículas de escape. El carguero había aterrizado
entre dos cordilleras, sobre una árida extensión de arena grisácea. La
superficie del décimo planeta era, en su mayor parte, árida. No existía vida,
atmósfera ni agua. El planeta se componía principalment de roca, fría roca
gris, con sombras y oquedades enormes. Una superficie insalubre, corroída,
hostil y pelada.
De repente, la nave adharana
cobró vida. Las escotillas se abrieron. Diminutos puntos negros salieron a toda
prisa de la nave. Los puntos se hicieron cada vez más numerosos, una lluvia de
manchas vomitadas por el carguero y que traqueteaban sobre la arena. Algunas
llegaron a las montañas y desaparecieron entre los cráteres y los picachos.
Otras se lanzaron hacia el lado opuesto y se perdieron en las largas sombras.
- Que me aspen
-murmuró Shure-. Esto no tiene sentido. ¿Qué buscarán? Hemos peinado estos
planetas milímetro a milímetro. Ahí no hay nada que valga la pena.
- Tal vez ellos
opinen de manera diferente. -Shure se puso rígido.
- Mire. Sus
vehículos vuelven a la nave.
Los puntos negros
habían reaparecido, procedentes de las sombras y los cráteres. Corrieron hacia
el gusano madre. Las escotillas se abrieron. Los vehículos entraron de uno en
uno en la nave y desaparecieron. Algunos rezagados les imitaron. Las escotillas
se cerraron.
- ¿Qué demonios
habrán encontrado? -se preguntó Shure. El oficial de comunicaciones Barnes entró
en la sala de control y alargó el cuello.
- ¿Todavía siguen
ahí? Déjenme echar un vistazo. Nunca he visto una nave de Adharan.
La nave adharana se
movió, estremeciéndose de proa a popa. Se elevó y ganó altitud rápidamente. Se
dirigió hacia el noveno planeta. Describió círculos alrededor de ese planeta
durante un rato, mientras observaba la superficie erosionada y horadada por
cráteres. Las cuencas vacías de océanos desecados se extendían como inmensas
tarteras.
La nave adharana
eligió una cuenca y aterrizó arrojando gases de escape hacia el cielo.
- Otra vez igual
-murmuró Shure.
Se abrieron las
escotillas. Los puntos negros saltaron a la superficie y se movieron en todas
direcciones. Shure hizo una mueca, airado.
- Hemos de
averiguar qué están haciendo. ¡Miren cómo corren! Saben exactamente lo que
buscan. -Agarró el micrófono de comunicaciones, y luego lo soltó-. Nos las
arreglaremos solos. No necesitamos a la Tierra.
- Van armados, no
lo olvide.
- Los atraparemos
cuando aterricen. Se van parando por orden en cada planeta. Les seguiremos
hasta el cuarto. -Shure actuó con rapidez. ajustando los controles-. Cuando
aterricen en el cuarto planeta les estaremos esperando.
- Quizá opongan
resistencia.
- Quizá, pero
hemos de descubrir lo que están cargando…, y sea lo que sea, nos pertenece.
El cuarto planeta del
sistema de Sirio tenía atmósfera y un poco de agua. Shure posó el crucero entre
las ruinas de una vieja ciudad, abandonada desde hacía mucho tiempo.
El carguero adharano
aún no había aparecido. Shure escudriñó el cielo antes de abrir la escotilla
principal. Barnes, Nelson y él salieron al exterior con cautela, armados con
pesados rifles Slem. La escotilla se cerró a sus espaldas y el crucero despegó
y se elevó.
Lo vieron perderse en
la lejanía. Se quedaron inmóviles, con los rifles dispuestos. El aire era frío
y tenue. Notaron que soplaba en torno a sus trajes presurizados.
Barnes aumentó la
temperatura de su traje.
- Demasiado frío
para mí.
- Consigue
recordarnos que todavía somos terrícolas, a pesar de encontrarnos a años luz de
casa -comentó Nelson.
- Mi plan es el
siguiente -dijo Shure-. No dispararemos contra ellos. Eso queda descartado por
completo. Es su cargamento lo que nos interesa. Si les desintegramos, también
desintegraremos el cargamento.
- ¿Qué
utilizaremos?
- Dispararemos
una nube de vapor.
- ¿Una nube de
vapor? Pero…
- Capitán, no
podemos utilizar una nube de vapor -dijo Nelson-. No podremos acercarnos a
ellos hasta que el vapor esté inactivo.
- Hay viento. El
vapor se disipará en seguida. De todos modos, es lo único que podemos hacer.
Habrá que correr el riesgo. En cuanto salgan los adharanos abriremos fuego.
- ¿Y si la nube
falla?
- Tendremos que
luchar. -Shure escudriñó el cielo-. Me parece que ya vienen. Vámonos.
Corrieron hacia una
colina formada por rocas amontonadas, restos de columnas y torres, mezclados
con cascotes y escombros.
- Esto servirá.
-Shure se agachó y aferró su Slem-. Aquí vienen.
La nave adharana se
preparaba para aterrizar. Los cohetes rugieron y las partículas de escape se
elevaron. Golpeó el suelo con gran estruendo, rebotó un poco y, por fin, se
inmovilizó.
Shure asió el
teléfono.
- Ya.
El crucero apareció en
el cielo y se lanzó en picada sobre la nave adharana. Cohetes presurizados
dispararon una nube blancoazulada hacia los adharanos. La nube dio de lleno en
el carguero y se infiltró en el interior.
El casco brilló por
unos momentos. Empezó a desmoronarse, corroído. El crucero terrícola pasó por
encima para completar la maniobra. Desapareció en el cielo.
De la nave adharana
surgieron unas figuras que saltaron al suelo. Se esparcieron en todas
direcciones, dando grandes saltos con sus largas piernas. La mayoría brincaron
sobre la nave, arrastrando caballos y pertrechos. Las figuras trabajaban con
frenesí y pronto quedaron ocultas por la nube de vapor.
- Están
recibiendo una buena dosis.
Aparecieron más
adharanos. Saltaban como locos por todas partes, sobre su nave, sobre tierra,
completamente desorientados.
- Es como pisar un
hormiguero -murmuró Barnes.
El casco de la nave
adharana estaba cubierto de enloquecidos tripulantes que corrían con
desesperación, en un intento de frenar la corrosiva acción del vapor. El
crucero terrícola reapareció e inició una segunda maniobra. Pasó de ser un
punto a un alfiler en forma de lágrima, centelleando al sol de Sirio. La fila
de cañones del carguero intentó apuntar al veloz crucero.
- Lancen bombas
muy cercanas -ordenó Shure por teléfono-, pero no les alcancen de lleno. Quiero
salvar el cargamento.
Los depósitos de
bombas del crucero se abrieron. Cayeron dos proyectiles, que describieron un
hábil arco y estallaron a ambos lados del carguero. La negra forma se
estremeció, y los adharanos que se habían refugiado sobre el casco se arrojaron
al suelo. La fila de cañones disparó una inútil andanada, pero el crucero pasó
de largo y desapareció.
La mayoría de los
adharanos abandonaron la nave para esparcirse en todas direcciones.
- Ya casi ha
terminado -dijo Shure. Se levantó y salió de las ruinas-. Vamos.
Las adharanos
dispararon una bengala blanca que inundo el cielo de chispas. Vagaban sin rumbo
fijo, confusos por el ataque. La nube de vapor casi se había disipado por
completo. La bengala era la señal convencional de capitulación. El crucero describía
círculos sobre el carguero, aguardando las órdenes de Shure.
- Míralos -dijo
Barnes-. Insectos grandes como personas.
- ¡Vamos! -gritó
Shure, impaciente-. Estoy ansioso por saber lo que hay dentro.
El comandante adharano
les recibió fuera de la nave. Avanzó hacia ellos, al parecer aturdido por el
ataque.
Nelson, Shure y Barnes
le miraron con repulsión.
- Dios mío
-murmuró Barnes-. Menudo aspecto.
El adharano medía
alrededor de un metro y medio y estaba cubierto por un caparazón quitinoso
negro. Se sostenía sobre cuatro delgadas patas, y dos más se agitaban
vacilantes a mitad del cuerpo. Elevaba un cinturón holgado, del que colgaban su
pistola y otros pertrechos. Sus ojos eran complejos, multifacéticos. Una
estrecha abertura que hacía las veces de boca se abría en la base de su cráneo
alargado. Carecía de orejas.
Algunos miembros de la
tripulación aguardaban detrás del comandante. Alzaron un poco sus armas en
forma de tubo, indecisos. El comandante emitió una serie de agudos chirridos y
agitó las antenas. Los adharanos bajaron las armas.
- ¿Podremos
comunicarnos con esta raza? -preguntó Barnes a Nelson.
- Da igual -dijo
Shure, avanzando un paso-. No tenemos nada que decirles. Saben que venir aquí
es ilegal. Lo único que nos interesa es el cargamento.
Pasó junto al
comandante, y el grupo de adharanos le abrió paso. Entró en la nave, seguido de
Barnes y Nelson.
El interior de la nave
olía a limo, que cubría el suelo. Los pasadizos eran estrechos y oscuros, como
largos túneles. El piso era resbaladizo. Algunos miembros de la tripulación se
removían en la oscuridad, agitando las garras y antenas con nerviosismo. Shure
iluminó un pasillo con su linterna.
- Por aquí.
Parece el conducto principal.
El comandante adharano
les seguía casi pisándoles los talones. Shure prescindía de él. El crucero
había aterrizado cerca de la nave. Nelson vio que los soldados de la Tierra se
desplegaban en círculo.
Una puerta metálica
les cerró el paso. Shure indicó con un ademán que la abrieran.
- Ábrala.
El comandante adharano
retrocedió, sin querer obedecer. Aparecieron más tripulantes, armados con los
tubos.
- Quizá pretendan
oponer resistencia -dijo Nelson con calma. Shure apuntó a la puerta con su
rifle Slem.
- Tendré que
destruirla.
Las adharanos
emitieron chirridos de excitación. Ninguno de ellos se aproximó a la puerta.
- Muy bien -dijo
Shure con semblante sombrío.
Disparó. La puerta se
desintegró y el paso quedó libre. Los adharanos se precipitaron hacia adelante,
chirriando entre sí. Cada vez había más que penetraban en la nave, rodeando a
los tres terrícolas.
- Vamos -dijo
Shure, atravesando el boquete.
Nelson y Barnes le
siguieron, con los rifles Slem dispuestos.
El pasaje se inclinaba
en pendiente. El aire era opresivo y denso, y más adharanos se congregaron tras
ellos mientras caminaban pasillo adelante.
- Atrás.
Shure se volvió en
redondo y levantó el rifle. Los adharanos se detuvieron.
- Vamos,
retrocedan.
Los terrícolas
doblaron una esquina y desembocaron en la bodega. Shure se internó con cautela.
Varios guardias adharanos custodiaban el lugar con los tubos desenfundados.
- Apártense.
Shure movió su rifle
Slem. Los guardias, a regañadientes, dieron uno o dos pasos.
- ¡Vamos!
Los guardias
obedecieron. Shure avanzó, y se detuvo en seco, asombrado.
Vieron ante ellos el
cargamento de la nave. La bodega estaba medio llena de esferas de fuego lechoso
cuidadosamente apiladas, joyas gigantescas que parecían perlas inmensas, a
millares. Por todas partes. Montones interminables que desaparecían en las profundidades
de la nave. Todas desprendían un brillo suave, un resplandor interior que
iluminaba la vasta bodega.
- ¡Increíble!
-musitó Shure.
- No me extraña
que quisieran entrar aquí sin permiso. -Barnes, los ojos abiertos de par en
par, contuvo el aliento-. Creo que yo haría lo mismo. ¡Fíjense!
- Qué grandes son
-dijo Nelson.
Intercambiaron una
mirada.
- Nunca había
visto nada parecido -comentó Shure, aturdido.
Los guardias adharanos
no les quitaban el ojo de encima: tenían las armas a punto. Shure avanzó hacia
la primera fila de joyas, apiladas con matemática precisión.
- Parece
imposible. Joyas apiladas como…, como un almacén de pomos de puerta.
- Es posible que
pertenecieran a los adharanos hace tiempo -dijo Nelson con aire pensativo-.
Quizás les fueron robadas por los constructores de ciudades del sistema de
Sirio, y ahora las están recuperando.
- Interesante
-señaló Barnes-. Eso explicaría por que los adharanos las encontraron con tanta
facilidad. Tal vez existían planos o mapas.
- En cualquier
caso, ahora son nuestras -gruñó Shure-.
Todo lo que contiene el sistema de Sirio pertenece a la Tierra. Está firmado,
sellado y aceptado.
- Pero si les
fueron robadas a los adharanos…
- No tenían que
haber aceptado los tratados que clausuraron el sistema. Ellos tienen sus
propios sistemas. Esto pertenece a la Tierra. -Shure alargó la mano hacia una
joya-. Quiero saber que tacto tiene.
- Cuidado,
capitán. Puede ser radiactiva.
Shure tocó la joya.
Los adharanos se
arrojaron sobre él. Shure se debatió. Un adharano asió su rifle Slem y se lo
quitó de las manos.
Barnes disparó. Un
grupo de adharanos quedó desintegrado. Nelson, de rodillas, abrió fuego sobre
la entrada que daba al pasillo. Éste se hallaba abarrotado de adharanos.
Algunos repelieron la agresión. Los chorros caloríficos pasaron sobre la cabeza
de Nelson.
- No pueden
alcanzarnos -jadeó Barnes-. Tienen miedo de disparar, por las joyas.
Los adharanos se
alejaron de la bodega retrocediendo por el pasillo. El comandante dio orden de
retirada a los que llevaban armas.
Shure le quitó el
rifle a Nelson de un manotazo y desintegró a un grupo de adharanos. Sus
compañeros estaban cerrando el pasadizo. Llevaban pesadas planchas de
emergencia y las estaban soldando.
- ¡Abran una
brecha! -ladró Shure. Apuntó el fusil a la pared de la nave-. Intentan
encerrarnos aquí.
Barnes y Shure
dispararon al unísono sobre la pared. Una parte circular de ella se desgajó y
cayó hacia afuera.
Los soldados
terrícolas luchaban con los adharanos en el exterior. Los adharanos retrocedían
como podían, saltando y disparando. Algunos se refugiaron en la nave. Otros
daban media vuelta y huían arrojando sus armas. Corrían y brincaban en todas
direcciones, confusos e indefensos, chirriando ruidosamente.
El crucero cobró vida
y sus cañones se colocaron en posición de fuego.
- ¡No disparen!
-ordenó Shure por el teléfono-. Dejen la nave en paz. No es necesario.
- Están acabados
-jadeó Nelson, saltando al suelo. Shure y Barnes le imitaron.
- No tienen nada
que hacer. No saben luchar. Shure llamó a unos soldados por señas.
- ¡Por allí!
Dense prisa, maldita sea.
A través del agujero
practicado en la nave se desparramaban las joyas lechosas, que rodaban y
rebotaban en la tierra. Parte de los puntales de contención estaban destruidos
y una cascada de joyas se esparció a sus pies.
Barnes recogió una.
Quemó levemente su mano enguantada y le produjo un hormigueo en los dedos. La
alzó a la luz. El globo era opaco. Formas vagas flotaban en el fuego lechoso.
El globo latía y centelleaba, como si estuviera vivo.
- Admirable,
¿verdad? -sonrió Nelson.
- Encantador.
Barnes tomó otro. Un
adharano le disparó inútilmente desde el disco de la nave.
- Fíjense. Los
hay a millares.
- Llamaremos a un
mercante para que los recoja -dijo Shure-. Lo cierto es que no estaré tranquilo
hasta que vayan camino de la Tierra.
Los combates casi
habían cesado. Soldados terrícolas rodeaban a los adharanos supervivientes.
- ¿Qué haremos
con ellos? -preguntó Nelson.
Shure no contestó.
Examinaba una joya, dándole vueltas.
- Fíjense
-murmuró-. Exhibe un color diferente en cada movimiento. ¿Habían visto alguna
vez una cosa parecida?
El gran carguero
terrícola aterrizó con enorme estruendo. Las escotillas de la bodega
descendieron. Una flotilla de camiones achaparrados salió bamboleándose. Se
dirigieron hacia la nave adharana. Se dispusieron rampas para que palas robot
empezasen a trabajar.
- Recójanlo todo.
Silvanus Fry se acercó
al capitán Shure. El gerente de Empresas Terrícolas se secó la frente con un
pañuelo rojo.
- Un botín
sorprendente, capitán. Qué gran hallazgo.
Le alargó su palma
húmeda y se estrecharon las manos.
- Parece mentira
que no las localizáramos -dijo Shure-. Los adharanos llegaban y las tomaban.
Iban de un planeta a otro, como abejas. No entiendo por qué nuestros equipos no
las encontraron.
- Eso ya no
importa.
Fry se encogió de
hombros. Examinó una de las joyas; luego, la lanzó al aire y la atrapó.
- Ya imagino a
todas las mujeres de la Tierra llevando una alrededor del cuello…, o deseando
llevar una alrededor del cuello. Dentro de seis meses no se acordarán de lo que
era vivir sin ellas. La gente es así, capitán.
Guardó el globo en su
maletín, tras cerrarlo herméticamente.
- Creo que le
regalaré una a mi esposa.
Un soldado terrícola
llevaba al comandante adharano. Éste guardaba silencio. Los adharanos
supervivientes habían sido despojados de sus armas, y tenían permiso para
reparar la nave. Habían arreglado ya casi todos los desperfectos del casco.
- Les dejamos marchar
-dijo Shure al comandante adharano-. Podríamos tratarles como a piratas y
fusilarlos, pero sería absurdo. Será mejor que informen a su gobierno;
manténganse alejados del sistema de Sirio a partir de ahora.
- No le entiende
-dijo Barnes.
- Lo sé. Es una
mera formalidad. Supongo que se hará una idea general.
El comandante adharano
aguardaba en silencio.
- Eso es todo.
-Shure, impaciente, señaló la nave adharana-. Vamos, váyanse. Largo de aquí. Y
no vuelvan.
El soldado soltó al
comandante. Éste regresó con parsimonia a la nave. Desapareció por la
escotilla. Los adharanos que trabajaban en el casco reunieron sus útiles y
siguieron al comandante al interior de la nave.
Las escotillas se
cerraron. La nave adharana se estremeció cuando los cohetes cobraron vida. Se
elevó dando bandazos. Después, describió una curva y se dirigió hacia el
espacio.
Shure la siguió con la
mirada hasta que desapareció.
- Ya está. -Fry y
él se encaminaron rápidamente hacia el crucero-. ¿Cree que estas joyas llamarán
la atención en la Tierra?
- Por supuesto.
¿Alberga alguna duda?
- No. -Shure
estaba enfrascado en sus pensamientos-. Sólo fueron a cinco de los diez
planetas. Tiene que haber más en los restantes. Cuando este cargamento llegue a
la Tierra empezaremos a trabajar en los planetas interiores. Si los adharanos
fueron capaces de encontrarlas, nosotros también podremos.
Los ojos de Fry
brillaron detrás de sus gafas.
- Estupendo. No
había caído en la cuenta que habrá más.
- Las hay. -Shure
frunció el ceño y se acarició la mandíbula-. Al menos, en teoría.
- ¿Qué le ocurre?
- No entiendo por
qué no las encontramos.
- No se preocupe.
Fry le palmeó la
espalda.
Shure asintió, todavía
absorto.
- Pero sigo sin
entender por qué no las descubrimos. ¿Cree que puede significar algo?
El comandante adharano
se sentó ante la pantalla de control y ajustó los circuitos de comunicación.
La base de control
situada en el segundo planeta del sistema adharano apareció en la pantalla. El
comandante se llevó el cono de sonido a la garganta.
- Mala suerte.
- ¿Qué ha
ocurrido?
- Los terrícolas
nos atacaron y se apoderaron del resto de nuestro cargamento.
- ¿Cuánto quedaba
todavía a bordo?
- La mitad. Sólo
habíamos descendido en cinco de los planetas.
- Una gran
desgracia. ¿Se llevaron la carga a la Tierra?
- Supongo que sí.
Hubo unos instantes de
silencio.
- ¿Es muy cálida
la Tierra?
- Bastante, según
tengo entendido.
- Quizá salga
todo bien. No habíamos previsto la idea de una incubación en la Tierra, pero…
- No me gusta que
los terrícolas tengan una buena parte de nuestra siguiente generación. Lamento
no haber avanzado más en la distribución.
- No lo lamente.
Pediremos a la Madre que ponga un nuevo grupo en compensación.
- Pero, ¿qué van
a hacer los terrícolas con nuestros huevos? Cuando empiecen las incubaciones,
sólo se producirán problemas. No puedo entenderles. Las mentes terrícolas
escapan a mi comprensión. Tiemblo sólo de pensar en lo que sucederá cuando los
huevos se abran… Y en un planeta húmedo, eso no tardará en ocurrir…
38 comentarios:
Hola
Todo bien todo correcto y yo que me alegro
el pibe/a que comento ¨ todo bien todo coerrecto´´ ahora tengo un crush en vos uwu
como vas a decir uwu bro
hola zorras :3
No se puede decir uwu o que? xd o.o?
yo tengo un crush en tu vieja
que mierda la tarea de lengua
Que apasionante y divertido cuento, me llenó de emoción, ahre
uwu es de simps jaja salu2
quien me la chupa.jpg
que agradable sujeto
xd
Literal amigo literal
brutal chavales alta tarea de lengua ostiaaaa arriba ESPAÑA chpapi muñaño
aguante el dibu pa
que onda con los comentarios, desubicadisimos xD
podran?
Pudimos
Que tipo de narrador es el del cuento?
Y en qué año ocurre?
como me encanta la leche😈😈😈
🤔
Pasen tarea bro
Hola
Lindo cuento lo voy a olvidar en 1 mes pero bueno me corrooo
El otro día me en conteste un perro coriendose solo viendo un perro con una perra y bueno el cuento está bueno pero me cooroooooo con bluetooot
Que piensan hacer con las joyas los terricolas
Decinos algo que no sepamos
venderlas puto idiota
Mamala churro
que te pasa con el churro gil da la cara
y si te invito una copa y me acerco a tu boca y si te robo un besito a ver te enojas conmigo, que dirias si esta noche te seduzco en mi coche
Ola pacen rezumen porfabor
🤤🤤
Yoooo
Hola
Que largo y hermoso
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