Kryptonita - Capítulo 15

XV

Porque de todas las verdades y mentiras
que uno escucha y también dice
El celular de Nafta Súper seguía vibrando y sonando con esa canción:
… Te envío poemas de mi puño y letra
Te envío canciones de Cuatro Cuarenta…
El Faisán, rascándose la barba de días en el mentón, preguntó:
—¿Nadie va a atender la llamada?
—¿Y para qué? ¿Qué le vamos a decir a la piba? —protestó Lady Di—. «Hola, mi amor. ¿Qué es de tu vida? ¿Que por qué no te atiende el Pini? ¡Porque tu chico se está cagando muriendo mientras nosotros también esperamos a la muerte, pendeja! ¡¿Así que por qué no te vas un poquitito a la mierda?!»
Todos nos quedamos mirándola. Su reacción había sido exagerada. Lady Di se dio cuenta y se puso colorada como un tomate.
El celular dejó de sonar y nos quedamos todos en silencio un rato. Hasta que nos llamaron de afuera por megáfonos. Volvimos a acercarnos todos a la ventana para escuchar mejor y ver qué era lo que estaba pasando.
—A quien corresponda: liberen a los rehenes en el acto y salgan desarmados y con las manos en alto. No les va a pasar nada. Tienen nuestra palabra de honor como oficiales de la ley.
—Sí. Y Racing vuelve a salir campeón este año —comentó entre incrédulo e indignado el Faisán.
—Están haciendo teatro —dijo el Señor de la Noche.
—¿Boqueando que van a entrar? —preguntó Ráfaga.
—No. Haciendo el protocolo obligatorio. Van a entrar. Y como nos advirtió Corona: vienen a matarnos a todos.
Nuevamente nos quedamos en silencio. Intercambié miradas con Nilda. No sé si a mí se me notaba tanto como a ella el pánico. Seguro que sí.
—El Grupo Halcón está compuesto por más de setenta unidades comandos en todo el país —empezó a explicar el Señor de la Noche—. Cada uno de estos equipos tácticos dispone de quince policías de elite. Cuando venía para acá me enteré que el Ministerio de Seguridad con el apoyo del Poder Judicial autorizó la intervención de cuatro unidades para el Paroissien. Por la toma de rehenes. Esa es su excusa. Estamos hablando de sesenta efectivos bien entrenados, muchachos.
Ráfaga demostró ser rápido también para las cuentas.
—Sesenta extermineitors divididos en francotiradores con rifles Koch G3 y cargadores de 20 cartuchos. Miembros de asalto y tácticas armados con fusiles M16 A2 semiautomáticos o con tandas cortas de tres disparos, algún que otro FAL, todos con dos pistolas Glock con diecisiete balas por cargador más cargas explosivas imposibles de calcular una cantidad exacta… Se va a armar lindo tiroteo. Cuando empiece, entre tres y cuatro minutos como mucho se va a terminar todo. No más.
El Faisán, por más que no fueran para nada optimista, festejó los cálculos de su colega.
—¡Bien ahí, Ráfaga!
—Sí, bien ahí. ¿Y ahora? ¿De qué nos disfrazamos, lindo? —encaró Lady Di al Señor de la Noche.
—Excelente pregunta —siguió elogiando a sus compañeros el Faisán.
—No sé los demás; pero vos y la Cuñataí Güirá, si están en tanga, tienen la indumentaria adecuada para lo que se viene: nos van a romper bien el culo.
—Buena respuesta, Fede —El Faisán comentó ya no tan arriba.
Y de repente, se dejaron de hacer chistes.
El perro de Nafta Súper empezó a ladrar enfurecido.
—¡La reconcha de su madre! —insultó Ráfaga viendo bajar de un camión de brigadas especiales a un policía enorme, casi gigante, vestido con casco y llevando chaleco antibalas, escudo y bastón largo. Sus pares lo vitoreaban. Los gritos de hurra apenas se escuchaban desde donde estábamos nosotros. Pero así y todo ponía los pelos de punta.
—No te puedo creer —dijo Lady Di con la boca bien abierta.
—No puede ser, man. Es imposible —negaba con la cabeza el Faisán.
—Parece. Pero no es él —explicó Ráfaga.
—Es él —estuvo seguro el Señor de la Noche—. Si Pinino pudo volver, ¿por qué no iba a hacerlo también el Cabeza de Tortuga?
—¿Qué es… quién es el Cabeza de Tortuga? —me animé a preguntar.
—Un GEO con el que una vez se agarró el Pini —contestó sin mirarme el Faisán.
—¿Cómo que se agarró? —necesité que me dieran más detalles.
—Mano a mano, Sokolinsky. Se boxearon de lo lindo —me explicó el Señor de la Noche. Ahí algo entendí.
—Y Nafta Súper, ¿le ganó?
—Ganó. Ganó y perdió —fue la respuesta que me dio Ráfaga.
—¿Cómo que ganó y perdió?
Se quedaron callados todos.
Lady Di al rato me dijo:
—Perdieron los dos, doctor. Perdieron los dos. El Pini y el Cabeza de Tortuga aquella vez se terminaron muriendo.

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