La película Remando al viento de Gonzalo Suárez, coproducción
hispano-noruega, protagonizada por Hugh Grant (representando a Lord
Byron), nos acerca en alguna escena de su primera parte al desapacible y
tenebroso verano de 1816 y a las vivencias de los escritores Percy
Shelley, Lord Byron, John William Polidori y Mary Godwin en Villa
Diodati, su residencia suiza en las orillas del Lago Lemán.
Suiza fue, sin duda, el país europeo que padeció con más rigor
las inclemencias meteorológicas de aquella estación estival. Sus
viajeros turísticos y veraneantes tuvieron que recluirse muchas jornadas
en sus alojamientos, al calor de las chimeneas, para protegerse de los
intermitentes temporales de agua y nieve.
Byron había llegado desde Inglaterra, huyendo de la bancarrota y
de un matrimonio fracasado. La sociedad londinense le había repudiado
abiertamente y decidió expatriarse, dirigiéndose a Suiza, donde alquiló
un palacete a orillas del lago Lemán. Era el mes de junio de 1816. Percy
Shelley, expulsado de Oxford, había sido desheredado por su padre y el
poeta, enamorado de Mary Godwin, abandonó a su esposa e hijos y se
escapó a Suiza con ella. Allí visitaron a Byron. La lluvia y tormentas
les obligaron a quedarse en Villa Diodati durante varios días. Este
palacete, porticado y rodeado de viñedos, en el que John Milton ya se
había alojado dos siglos antes, era considerado por la amante de Shelley
un lugar culturalmente sagrado.
Impresionado por la lobreguez del ambiente, con el cielo
totalmente cubierto de oscurísimas nubes que ocultaron el sol durante
tres días, Byron rememoró, como una auténtica pesadilla, aquellos días
vividos en tierras helvéticas. Compuso un poema de 82 versos, al que
llamó “Darkness” (Oscuridad), que comienza así:
OSCURIDAD
Tuve un sueño, que no fue un sueño.
El sol se había extinguido y las estrellas
vagaban a oscuras en el espacio eterno.
Sin luz y sin rumbo, la helada tierra
oscilaba ciega y negra en el cielo sin luna.
Llegó el alba y se fue.
Y llegó de nuevo, sin traer el día.
Y el hombre olvidó sus pasiones
en el abismo de su desolación.(...)
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