Macbeth - Acto IV


CUARTO ACTO

ESCENA I
Una caverna. En medio, una caldera hirviendo. Trueno.
Entran las tres BRUJAS.
PRIMERA BRUJA Tres veces maulló el gato pinto.
SEGUNDA BRUJA Tres veces y una chilló el erizo.
TERCERA BRUJA Harpía nos grita «Es la hora, la hora».
PRIMERA BRUJA Alrededor de la caldera
gira y gira, compañera;
en su entraña venenosa
echa y echa cosa y cosa.
Sapo, que en tus huras frías
días treinta y uno habías
trasudado tu pringote,
ve el primero a hervir al pote.
TODAS Doble, doble afán y brea,10
y el tizón chisporrotea
y el caldero borbotea.
SEGUNDA BRUJA Pingo de lombriz del barro,
hierve y cuece en el cacharro;
ojo azul de lagartija,
zancarrón de sabandija,
lana de murciego,
lengua de oso ciego,
dardo de serpiente,
viboreño diente,
piel de sanguijuela
y ala de mochuela,
para ensalmo sin piedad,
para daño sempiterno,
como caldo del infierno
rebullid, borbotead.
TODAS Doble, doble afán y brea,20
y el tizón chisporrotea
y el caldero borbotea.
TERCERA BRUJA Verde escama de dragón
y colmillo de león,
grasa de una momia vieja,
buche y cuajos y molleja
de un hambriento tiburón,
leche enjuta
de cicuta
arrancada en noche oscura,
y asadura
de un judío que blasfema,
hiel de cabra, brote y yema
que del tejo
despellejo
en eclipse de la luna,
punta de nariz moruna,30
labio grueso
de un gitano en hurto preso,
dedo de bebé asfixiado
al parirlo que ha arrojado
una malamadre al foso,
espesad, haced viscoso
el potaje en que os pongo.
Y ahora añádele el mondongo
de una tigre, y ya está ahíta
de ingredientes la marmita.
TODAS Doble, doble afán y brea,
y el tizón chisporrotea
y el caldero borbotea.
SEGUNDA BRUJA Enfriarlo con la sangre
de un gorila, y ya se hizo
cierto y bueno nuestro hechizo.
Entra HÉCATE
a unirse con las otras tres.
HÉCATE ¡Muy bien! Alabo vuestro arte,
y tendréis todas vuestra parte.40
Ahora cantando en torno al pote
como las hadas id al trote
para encantar vuestro guisote.
Música y canto:
«Espíritus negros y blancos, / genios del fuego y el mar, /
juntaos, juntaos, juntaos, / vosotros que os podéis juntar».
HÉCATE se retira al fondo.
SEGUNDA BRUJA Por el picor de mi pulgar,
algo siniestro aquí va a entrar.
¡Ábrete, Enrique,
quienquiera que pique!
¡Ábrete, Roque,
quienquiera que toque!
Entra MACBETH.
MACBETH ¿Qué es esto, negros trasgos de la medianoche?
¿Qué es lo que hacíais?
TODAS Una acción sin nombre.
MACBETH Yo aquí os conjuro, por aquello a que servís,
de doquiera que el saber os venga, respondedme:50
así los vientos desatéis para que choquen
contra las iglesias, aunque espumajosas olas
engullan y trastornen cuanto flota en ellas,
y el trigo en mies se arrase y se descuaje el bosque
y se hundan templos sobre las testas de sus guardias,
así palacios y pirámides retuerzan
su frontón a sus cimientos, aunque los tesoros
de gérmenes de natura rueden todos juntos,
hasta que la destrucción enferme, respondedme
a lo que os pregunto.
PRIMERA BRUJA Habla.
SEGUNDA BRUJA Pide.
TERCERA BRUJA Respondemos.60
PRIMERA BRUJA Y di, ¿querrás mejor oírlo de nuestras bocas
o de nuestros amos?
MACBETH Convocadlos, que los vea.
PRIMERA BRUJA Echa ahí dentro sangre aleve
de una cerda que sus nueve
lechoncillos devoró;
y la grasa que sudó
en la horca un asesino
echa al fuego.
TODAS Oh, ser divino,
ven de abajo o ven de arriba,
y muestra el poder que en ti viva.
Trueno. Primera aparición:
una cabeza con yelmo.
MACBETH Dime, genio desconocido…
PRIMERA BRUJA Él sabe tus intrigas:
escucha lo que hable, pero nada digas.
PRIMERA APARICIÓN
¡Macbeth, Macbeth, Macbeth! ¡Guárdate de Macduff!,70
¡atento al par de Faif! Soltadme: ya es bastante.
Se hunde.
MACBETH Quienquier que seas, por tu buen aviso, gracias.
Acertaste a pulsar la cuerda de mi miedo.
Pero aún una palabra…
PRIMERA BRUJA No admite que se le mande. Aquí está otro, más
poderoso que el primero.
Trueno. Segunda aparición:
un niño ensangrentado.
SEGUNDA APARICIÓN ¡Macbeth, Macbeth, Macbeth!
MACBETH Tuviera tres oídos, y con tres te oyera.
SEGUNDA APARICIÓN Sé cruel, audaz, resuelto; ríete a placer
del poder del hombre: pues ningún parido por mujer
podrá a Macbeth dañar.80
Se hunde.
MACBETH ¡Vive pues, Macduff! ¿Qué falta me hace a mí temerte?
Con todo, me aseguraré con doble llave,
y le haré firmar al sino. No, no vivirás:
que pueda al miedo de blanco corazón decirle
que miente, y duerma pese al trueno.
Trueno. Tercera aparición:
un niño coronado, con un árbol en la mano.
¿Qué es ese
que se alza como retoño de monarca y porta
sobre el entrecejo niño el redondel y cúspide
de la soberanía?
TODAS ¡Escucha, pero no le hables!
TERCERA APARICIÓN Ten brío de león y orgullo y no te apure
quién ruja o quién se irrite o dónde se conjure:90
jamás será Macbeth vencido hasta que el gran
bosque de Bírnam al alto monte Dunsinán
no suba contra él.
Se hunde.
MACBETH Lo cual jamás será:
¿quién va a empujar a un bosque, cómo arrancara
su raíz de tierra el árbol? ¡Buena nueva esta!
Rebelión mortal, no te alces hasta que la foresta
de Bírnam se alce, y ya Macbeth en su alto asiento
vivirá su arriendo a vida y pagará su aliento
al tiempo y la mortal costumbre. Pero aún tiemblo
una cosa por saber: decid, si a tanto alcanza100
vuestro arte: ¿reinará jamás la descendencia
de Banquo en este reino?
TODAS No quieras más saber.
MACBETH ¡A mí ha de complacérseme! Negadme esto,
y eterna maldición os caiga! A ver, que sepa:
¿por qué se hunde esa caldera? ¿Y este ruido?
Oboes.
PRIMERA BRUJA ¡Mostraos!
SEGUNDA BRUJA ¡Mostraos!
TERCERA BRUJA ¡Mostraos!
TODAS ¡Eh, mostráos a sus ojos!
¡Su ánima llenad de enojos!
¡Como sombras venid!110
¡Como sombras partid!
Aparición de ocho reyes,
el último con un espejo en la mano;
detrás, el ánima de BANQUO.
MACBETH Te pareces mucho al ánima de Banquo: ¡abajo!
Tu corona abrasa mis pupilas. Y tu pelo,
tú, el otro de la sien ceñida de oro, es como
el del primero. Y un tercero como el segundo.
¡Cochinas brujas!
¿Por qué me enseñáis esto? ¡Un cuarto! ¡Fuera, ojos!
¿Qué, se va a estirar la serie hasta el tambor del Juicio?
¡Todavía otro! ¡El séptimo! Ya no veo más.
Y aún el octavo surge; el cual trae un espejo
donde me muestra a muchos más. Y algunos veo
que portan doble globo y triple cetro blanden.120
¡Visión horrible! Ahora veo que es verdad:
pues Banquo inudrido en sangre sobre mí sonríe
y ya por suyos los señala.
Se desvanecen las apariciones.
¿Qué? ¿Es así?
PRIMERA BRUJA Sí, rey, así. Pero ¿por qué
queda Macbeth en pasmo tal?
Vamos, hermanas, démosle
buen ánimo, ofrezcámosle
la flor de nuestro festival.
El aire encantaré hasta hacer
trocarse en música su onda,
mientras bailáis la bufa ronda.
Que diga este gran rey por vida130
que bien cumplimos el deber
de darle nuestra bienvenida.
Música. Danzan las brujas,
y luego se desvanecen, junto con HÉCATE.
MACBETH ¿En dónde están? ¿Se han ido? ¡Que esta aciaga hora
maldita quede por jamás en el calendario!
¡Entrad! ¡Eh, ahí fuera!
Entra LENNOX.
LENNOX ¿Qué dispone vuestra gracia?
MACBETH ¿Viste a las hermanas hechiceras?
LENNOX No, señor.
MACBETH ¿No pasaron a tu lado?
LENNOX No, en verdad, señor.
MACBETH ¡Apestado sea el aire por el que cabalgan,
y condenados los que en ellas creen! He oído
el galope de un caballo. ¿Quién cayó por ahí?
LENNOX Son dos o tres, señor, que ahí os traen noticia140
de que Macduff huyó a Inglaterra.
MACBETH ¡Huyó a Inglaterra!
LENNOX Sí, mi buen rey.
MACBETH Ah, tiempo, te adelantas a mi terrible hazaña.
Nunca al propósito volandero se le alcanza
si no va el hecho al par con él. Desde este instante
las primicias de mi corazón serán primicias
de mi mano. Y aun ahora, para coronar
el pensamiento con la acción, pensado y hecho:
sorprenderé el castillo de Macduff: en Faif
haré mi presa; daré al filo de la espada150
a su esposa y a sus críos, toda triste alma
que en su linaje guarde traza de su brío.
Y nada de fanfarronadas de payaso:
hecho estará antes que el propósito esté frío.
¡No más visiones! ¿Dónde están esos caballeros?
Vamos, llévame donde estén.
Salen.
ESCENA II
Fife. Castillo de Macduff.
Entra LADY MACDUFF, su hijo y ROSS.
LADY MACDUFF ¿Qué es lo que ha hecho para hacerle desterrarse?
ROSS Señora, has de tener paciencia.
LADY MACDUFF Él no ha tenido.
Su huida fue locura: cuando nuestros hechos
no, nos denuncian de traidores nuestros miedos.
ROSS ¿Qué sabes tú si fue su miedo o su prudencia?
LADY MACDUFF ¡Prudencia! ¿Abandonar su esposa, sus pequeños,
y sus mansiones y sus títulos en sitio
de donde él mismo se va huyendo? No nos quiere;
le falta el pálpito natural: porque hasta el pobre
reyezuelo, el más menudo de las aves, sabe10
luchar, sus crías en el nido, contra el búho.
Todo es el miedo y nada es el amor; lo mismo
que es mísera la prudencia cuando así su huida
va contra toda la razón.
ROSS Mi amada prima,
te lo ruego, estudia tú en ti misma; que tu esposo
noble es, juicioso, cuerdo, y es quien mejor sabe
las vueltas de la ocasión. No oso hablar ya más;
pero fieros son los tiempos, cuando se es traidor
sin saberlo ni uno mismo: que un rumor cogemos
de dónde habemos de temer, y aún no sabemos20
lo que temer, mas sobre bravo mar flotamos
a todo rumbo y soplo. Y basta, me despido;
no ha de ser largo hasta que vuelva a estar aquí:
llegado el mal al fondo, ha de cesar, o arriba
tornar a ser lo que antes fue. Mi bella prima,
mis bendiciones sobre ti.
LADY MACDUFF Él tiene padre,
y es huérfano de padre.
ROSS Soy tan mentecato
que si me quedo más, sería mi vergüenza
y tu incomodo. Me despido ya sin más.
Sale.
LADY MACDUFF Buen hombre, eh: tu padre ha muerto.30
Y tú ¿qué harás ahora? ¿Cómo vivirás?
HIJO Como los pájaros, madre.
LADY MACDUFF ¿Qué? ¿De moscas y gusanos?
HIJO Pues sí, de lo que encuentre; así es como hacen ellos.
LADY MACDUFF ¡Mi pobre pajarito!, y ¿nunca temerías
ni red ni liga, el lazo ni la trampa?
HIJO ¿Por qué, mamá? A los pajaritos pobres
no se les va a cazar.
Mi padre no está muerto, con todo lo que digas.
LADY MACDUFF Sí, muerto está. ¿Qué harás para tener un padre?
HIJO Pues ¿qué harás tú para tener marido?40
LADY MACDUFF Bah, yo puedo comprarme
veinte en cualquier mercado.
HIJO Entonces, los comprarías para revenderlos.
LADY MACDUFF ¡Hablas con tanta gracia!; pero, vaya,
con demasiada gracia para ti.
HIJO Madre, mi padre ¿fue un traidor?
LADY MACDUFF Sí, eso es lo que fue.
HIJO ¿Qué es un traidor?
LADY MACDUFF Pues uno
que jura y miente.
HIJO Y ¿serán traidores todos los que hagan eso?
LADY MACDUFF Todo el que hace eso es un traidor,50
y hay que colgarlo.
HIJO ¿Hay que colgar a todos
los que juran y mienten?
LADY MACDUFF Uno por uno a todos.
HIJO Y ¿quién los va a colgar?
LADY MACDUFF Pues los hombres honrados.
HIJO Entonces, los mentirosos deben de estar tontos:
porque mentirosos hay bastantes para poder
a los hombres honrados y colgarlos ellos.
LADY MACDUFF ¡Vaya!, que Dios te guarde, pobre monicaco.60
Pero, a ver, ¿qué harás para tener un padre?
HIJO Si hubiera muerto,
llorarías por él; si no llorabas,
era buena señal
de que pronto tendría un padre nuevo.
LADY MACDUFF Mi pobre parlanchín, ¡qué cosas dices!
Entra un MENSAJERO.
MENSAJERO ¡Dios guarde, hermosa dama! No os soy conocido,
aunque yo de vuestro rango y honra estoy bien cierto.
Me temo que un peligro se os acerca aprisa.
Si queréis de un hombre llano recibir consejo,
que no se os halle aquí: huid con vuestros niños.70
Asustaros de este modo, entiendo, es harto rudo:
trataros aún peor cruel fiereza fuera,
la cual de vos está harto cerca. ¡El cielo os guarde!
No me atrevo a quedarme más.
Sale.
LADY MACDUFF ¿Adónde voy a huir?
No he hecho daño alguno. Pero ya me acuerdo
que estoy en este triste mundo, en que hacer daño
a menudo es meritorio, y hacer bien a veces
cuenta por locura peligrosa. Ay, entonces,
¿a qué ando aquí sacando ese argumento mujeril
de que no he hecho daño alguno?
Entran unos ASESINOS.
¿Qué son esas caras?
PRIMER ASESINO ¿Dónde está su marido?80
LADY MACDUFF En parte alguna, espero, tan desconfesada
que lo pueda gente como vosotros encontrar.
PRIMER ASESINO Es un traidor.
HIJO ¡Mientes, villano, oreja-peluda!
PRIMER ASESINO ¡Cómo, birria!
Apuñalándolo.
¡Ah, huevas de traición!
HIJO Me ha matado, madre.
¡Escapa, te lo pido!
Muere.
Sale LADY MACDUFF gritando «¡Al asesino!».
Salen los ASESINOS persiguiéndola.
ESCENA III
Inglaterra. Ante el palacio del rey. Entran MALCOLM y MACDUFF.
MALCOLM Busquemos una desolada sombra en donde
vaciar en llanto nuestros tristes pechos.
MACDUFF Antes,
empuñemos la mortal espada, y como buenos,
montemos sobre nuestro hundido patrimonio.
Cada nueva mañana nuevas viudas gimen,
nuevos huérfanos sollozan, nuevas pesadumbres
le restallan en la cara al cielo, que resuena
como si sufriera con Escocia y aüllara
sílaba de dolor.
MALCOLM Lloraré por lo que crea;
lo que sepa creeré, y lo que pueda remediar,
cuando se deje el tiempo contentar, lo haré.10
Lo que habéis hablado, acaso sea así. Al tirano,
cuyo solo nombre llaga nuestra lengua, un tiempo
se le tuvo por honrado. Bien le habéis querido.
Hasta hoy no os ha tocado. Joven soy; mas algo
sacaríais de él a costa mía; y es cordura
ofrecer un inocente tierno corderillo
para aplacar a un dios airado.
MACDUFF Yo no soy traidor.
MALCOLM Pero Macbeth lo es. Bien puede un natural
honesto y virtuoso recular en caso20
de algún encargo regio. Mas os pido excusas:
lo que vos seáis, no pueden nunca trastocarlo
mis pensamientos. Son los ángeles aún claros,
aunque cayó el más claro; aun cuando use el ceño
de la gracia toda cosa vil, aún la gracia
debe parecer lo que ella es.
MACDUFF Las he perdido
mis esperanzas.
MALCOLM Puede que en el mismo sitio
donde yo encontré mis dudas. ¿Cómo es que dejasteis
tan desatentadamente a vuestra esposa y niño,
tan ricas prendas, lazos del amor tan fuertes,
sin despediros de ellos? Os lo ruego,
no hagáis a mis recelos ser vuestras afrentas,30
sino mi salvaguardia. Bien podéis ser justo,
piense yo lo que piense.
MACDUFF ¡Sangra, sangra,
mi pobre tierra! Fuerte tiranía, asienta
seguro tu cimiento, pues que la virtud
no osa hacerte frente; gasta tus ultrajes:
refrendado está tu título. Dios os guarde, príncipe.
No fuera yo el villano que pensáis por todo
el ámbito que la garra del tirano abarca
y el rico Oriente encima.
MALCOLM No os ofendáis:
no hablo en sospecha cierta contra vos. Yo pienso
que nuestra patria se está hundiendo bajo el yugo,40
y llora, y sangra, y cada día nueva llaga
se añade a sus heridas. Pienso yo asimismo
que habría manos que se alzaran por mis fueros;
y aquí de su majestad inglesa oferta tengo
de algunos buenos miles. Mas con todo eso,
cuando haya hollado la cabeza del tirano
o clavádola en mi espada, aún mi pobre patria
más vicios que antes tuvo va a tener y más
sufrir por modos tan diversos como nunca
bajo el que le suceda.
MACDUFF ¿Quién sería ese?50
MALCOLM Yo mismo es el que digo: en quien conozco todos
los esquejes del vicio tan arraigados
que, cuando estén brotados, ya Macbeth, tan negro,
puro como nieve parecerá, y el pobre estado
lo juzgará por un cordero, al compararlo
con mi maldad sin lindes.
MACDUFF Ni aun en las legiones
del infierno un diablo se hallará tan condenado
que a Macbeth rebase en males.
MALCOLM Es cruel, lo admito,
lujurioso y avariento y falso y desleal,
violento, retorcido, untado en todo vicio60
que tenga nombre. Pero no, no hay fondo
a mi rijosidad: vuestras esposas, hijas,
matronas y doncellas, nunca colmarían
el pozo de mi lujuria, y mi ansia saltaría
todos los castos diques que se levantaran
frente a mi voluntad. Mejor Macbeth que un hombre
tal para reinar.
MACDUFF La intemperancia desmedida
en lo natural es una tiranía; ha sido
desaloje prematuro de felices tronos,
caída de cien reyes. Mas ni en eso temas70
cargar con lo que es tuyo: puedes dar salida
en rica anchura a tus placeres, y con todo
mostrarte frío, con vendarle el ojo al mundo.
Hay hartas damas complacientes: nunca puede
haber en vos tal buitre que devore tantas
como se dedicaran a la realeza, al verla
inclinada de ese lado.
MALCOLM Junto a eso, crece
en mi tan mal trabada condición codicia
tal, tan irrestañable que, de verme rey,
despojo haría de los nobles por sus tierras,80
sus joyas buscaría o la mansión de otro,
y mi acrecentamiento salsa me sería
para darme aún más hambre, al punto que urdiría
injustos pleitos a los buenos y leales
a tal de hundirlos por mi pro.
MACDUFF Sí, tal codicia
más hondo agarra, echa raíz más perniciosa
que la lujuria, flor de estío, y fue ella espada
que a reyes nuestros degolló. Mas no temáis:
abastos tiene Escocia que vuestra ansia colmen,
solo de lo vuestro. Todo eso es tolerable,90
con otras gracias compensado.
MALCOLM Pero yo
ninguna tengo: gracias que en un rey bien caen,
justicia, veracidad, templanza, fe constante,
bondades, humildad, piedad, perseverancia,
devoción, valor, paciencia, fortaleza,
no tengo asomo de ellas; pero abundo en todo
reparto de los varios crímenes, que ejerzo
por mil maneras. Sí, a tener poder, yo haría
la dulce leche de la concordia derramarse
al infierno, alborotar la paz universal,100
turbarse toda unión en tierra.
MACDUFF ¡Ah, Escocia, Escocia!
MALCOLM Si es bueno un hombre así para gobernar, tú, dilo:
yo soy según he dicho.
MACDUFF ¡Para gobernar!
No, ni para vivir. ¡Ah, patria miserable,
con un bastardo rey de cetro ensangrentado,
¿cuándo volverás a ver tus días de salud,
pues que el renuevo más derecho de tu trono
por su propio entredicho queda denigrado
y reniega de su casta? Fue tu real padre
rey el más santo; aquella reina que te diera110
a luz, más tiempo de rodillas que de pie
cada día que vivió moría. ¡Dios te guarde!
Los mismos vicios que recitas contra ti
me han desterrado a mí de Escocia. ¡Ah, corazón,
tu esperanza acaba aquí!
MALCOLM Macduff, pasión tan noble,
hija de integridad, de mi alma ya ha barrido
todo negro escrúpulo, conciliado mis pensamientos
a tu honra y buena fe. El diabólico Macbeth
por muchas de esas mañas ha intentado hacerse
conmigo en mano, y cuerda precaución me libra120
de apresurada credulidad. ¡Mas Dios arriba
medie entre tú y yo! Pues desde ahora mismo
aquí a tu guía me encomiendo, y me desdigo
de las denigraciones de mí mismo; abjuro
de las culpas y mancillas que he sobre mí echado
por estrañas a mi natural. No he ni aun trato
tenido con mujer; ni he perjurado nunca;
apenas si lo mío propio he codiciado;
mi fe jamás he roto; no traicionaría
ni al diablo con su socio; y gozo en la verdad130
no menos que en la vida: mi primer embuste
fue este sobre mí. Lo que en verdad yo soy
tuyo es y de mi pobre patria disponerlo.
Que allá, por cierto, antes de tú llegar, el viejo
Siguardo con diez miles de hombres aguerridos,
ya en ello puestos, se aprestaban a partir.
Ahora iremos juntos. Y ¡tan cierta sea
la suerte de los buenos como lo es la causa
de nuestra fiel contienda! ¿Cómo estás callado?
MACDUFF Tan bien, y malvenidas cosas tantas juntas
les cuesta concordarse.140
Entra un MÉDICO.
MALCOLM Bien, luego más. (Al MÉDICO.) Decidme, ¿va a salir el rey?
MÉDICO Sí, mi señor: hay una turba de almas míseras
que aguardan a su cura. Su dolencia deja
la práctica del arte vana; pero al toque
del rey (tal santidad el cielo dio a su mano)
en un momento sanan.
MALCOLM Gracias pues, doctor.
Sale el MÉDICO.
MACDUFF ¿Qué enfermedad decía?
MALCOLM Aquí se llama el mal:
gran obra de milagro en este buen monarca;
que a menudo aquí, desde mi estancia en Inglaterra.
le he visto hacerlo. Cómo solicita al cielo,150
él lo sabrá;
pero a gente visitada de una estraña plaga,
hinchados y ulcerosos, lástima a la vista,
desesperación del arte médica, él los cura,
colgando un sello de oro en torno de sus cuellos,
cargado de sagrados rezos; y se dice
que a sus reales descendientes les trasmite
la sanadora bendición. Con esa rara
virtud, tiene un celeste don de profecía,
y gracias varias que en su trono cuelgan lleno
de gracia lo declaran.
Entra ROSS.
MACDUFF Ved: ¿quién viene ahí?160
MALCOLM Paisano mío; pero no lo reconozco.
MACDUFF Mi siempre amable primo, ¡bienvenido acá!
MALCOLM Ya lo conozco. ¡Santo Dios, disipa pronto
la niebla que nos vuelve extraños uno a otro!
ROSS Amén, señor.
MACDUFF Escocia ¿está en el mismo sitio?
ROSS ¡Ah, pobre, pobre patria! Casi temerosa
de conocerse ya a sí misma; ya no puede
llamarse nuestra madre, sino nuestra tumba;
en donde nada, salvo aquel que nada sabe,
se ve por caso sonreír; donde suspiros,
gemidos y alaridos que los aires rajan,
se dan, no se oyen; y el dolor feroz parece170
vulgar desmayo; apenas, al tocar a muerto,
se pregunta ya por quién; las vidas de los buenos
se agostan antes que la flor de sus sombreros,
muriendo aun antes de que enfermen.
MACDUFF ¡Oh, relato
harto atildado, pero harto verdadero!
MALCOLM ¿Cuál es el duelo mas reciente?
ROSS El que una hora
cumplió ya silba al que lo cuenta: cada minuto
criando está uno nuevo.
MACDUFF ¿Cómo está mi esposa?
ROSS Pues bien.
MACDUFF ¿Mis hijos todos?
ROSS Todos bien también.
MACDUFF ¿No ha dado aquel tirano en asaltar su paz?
ROSS No: bien en paz estaban cuando los dejé.180
MACDUFF No seas avaro de palabra: ¿en qué anda ello?
ROSS Cuando hacia acá partía a acarrear noticias
tan pesadas de cargar, corría allí rumor
de mucho bravo amigo que se había alzado;
de lo que a mi fe le dio más testimonio el ver
las tropas del tirano en armas. Es ahora
el tiempo de acudir. Tus ojos en Escocia
alzarían hueste, harían luchar a las mujeres
a arrancarse su agria pena.
MALCOLM Así esto les consuele,
ya vamos hacia allá: la majestad inglesa190
nos ha prestado al buen Siguardo y diez mil hombres;
más veterano y gran soldado no hay ninguno
que dé la cristiandad.
ROSS ¡Pudiera ese consuelo
pagarlo yo en igual moneda! Pero palabras
traigo que mejor aullarlas en el desierto aire,
donde oído no las apresara.
MACDUFF ¿A quién le atañen?
¿A la causa común?; ¿o es un dolor privado,
debido a un solo pecho?
ROSS No hay un alma noble
que algún pesar no tome en él; pero la parte
mayor te toca solo a ti.
MACDUFF Pues que ello es mío,200
no me lo escondas: ponlo en mi poder al punto.
ROSS Que tus oídos no desprecien a mi lengua
por siempre, que los va a llenar del más horrendo
son que han oído nunca.
MACDUFF ¡Hum! Voy adivinando.
ROSS Han sorprendido tu castillo, esposa y niños
ferozmente degollado. Relatar el cómo
fuera, sobre la matanza de esa cacería,
añadir la muerte tuya.
MALCOLM ¡Cielos piadosos!
¡Ah, hombre! No eches sobre los ojos el sombrero;
da palabras a la pena: duelo que no habla210
zumba en el cargado pecho y a estallar lo fuerza.
MACDUFF ¿También mis niños?
ROSS Madre, niños, siervos, todo
lo que hallarse pudo.
MACDUFF ¡Y hube yo de estar ausente!
Mi esposa ¿muerta?
ROSS Ya lo he dicho.
MALCOLM Ten consuelo:
hagamos medicina de nuestra venganza
para curar esta mortal dolencia.
MACDUFF Él
no tiene hijos. ¿Todos mis preciosos? ¿Todos
has dicho? ¡Ah, gavilán de infierno! ¿Cómo?
¿Todos mis polluelos lindos con su pita a un solo
traidor zarpazo?220
MALCOLM Responde a ello como un hombre.
MACDUFF Así lo haré.
Pero debo también sentirlo como un hombre.
No puedo menos de recordar que hubo cosas
que eran las más caras para mí. ¿Miraba el cielo,
y no acudió en su ayuda? Pecador Macduff,
por ti los han abatido a todos. Una nada
que soy, no por sus culpas, sino por las mías
cayó el estrago en ellos. ¡Paz les dé ahora el cielo!
MALCOLM Sea esto piedra de afilar tu espada; el duelo230
se trueque en furia; no te embote el corazón:
te lo azuce.
MACDUFF Oh, bien podría
con mis ojos de mujer hacer, y con mi lengua
retar y provocar. Pero, ah, benditos cielos,
abreviad todo intermedio: echadnos frente
a frente a mí y al diablo aquel de Escocia ya; ponedlo
bajo el alcance de mi espada: si se escapa,
¡también Dios lo perdone!
MALCOLM Suena el son a hombre.
Ven, vamos ante el rey. La tropa está ya lista:
solo nuestra despedida falta. Está Macbeth
maduro para el vareo, y el poder de arriba240
nos pone a ello de herramienta. Toma cuanto
pueda darte alegría.
Larga es la noche que no encuentra nunca día.
Salen.

No hay comentarios: