Introducción al taller de escritura, Gloria Pampillo


La producción literaria en el ámbito escolar suele ser escasa. A menudo incluso no se anima a definirse como literaria o no se lo plantea como objetivo. Paradójicamente, esta carencia no responde a la desestimación de la literatura sino a una actitud que a primera vista parece contraria. Maravillado, entusiasta también ante el descubrimiento de la complejidad textual que la crítica contemporánea pone en escena, elm maestro, el profesor de Lengua, acaba por preguntarse: ¿pero es posible acaso que esta complejidad pueda producirla cualquiera?

La complejidad y la riqueza del texto reveladas por el trabajo de la crítica literaria, en vez de contradecir la antigua y difundida concepción romántica del escritor creador omnipotente, curiosamente parece ratificarla. El razonamiento que enhebra el antiguo prejuicio con la actual inhibición es el siguiente: es un genio, por eso produce semejante complejidad.
No es asombroso que frente a esta suma de inhibiciones una actitud frecuente sea la de restringirse a la práctica del discurso cotidiano. Otra solución habitual es la de mantenerse en una zona ambigua donde se propicia una escritura que si por sus propuestas parece tender hacia lo literario no es finalmente evaluada como tal. Este sería el caso de la ejercitación con modos del relato tales como la descripción, la narra­ción o el diálogo. Estas formas suelen ser reconocidas en textos literarios y propuestascomo punto de partida de una narración; sin embargo, los resultados del trabajo sonevaluados por aquellas cualidades que se le exigen al texto informativo: univocidad, claridad, organización lógica de los contenidos. Estas cualidades son en realidad diferentes de las del texto literario en el cual la polisemia suele ser un valor positivo. Lo dicho anteriormente nos acerca a otro aspecto del problema: los distintos sistemas de enseñanza de la composición o redacción' y los resultados que alcanzan.
Ya sea que tomando dos modelos característicos consideremos aquellos sistemas más rígidos, en los que se plantea de manera más o menos velada la imitación de modelos, o su polo opuesto, la libre expresión, nos encontramos con que los resultados que logran no constituyen una respuesta literariamente interesante.
Este "fracaso literario" de los métodos escolares se constituye en un factor de inhibición más, ya que lleva a creer que la producción literaria es imposible dentro del ámbito de la escuela. Lo que sucede en realidad es que el mismo sistema de trabajo es el que frustra los resultados. Cuando nos referimos al sistema de trabajo consideramos tanto la propuesta de redacción como la posterior evaluación, ya que ésta incide en la elaboración del texto.
El sistema de "libre expresión", al no proponer ningún procedimiento o material que enriquezca el texto, acaba encerrándolo en un círculo repetitivo y empobre­cedor; en cuanto a la evaluación, termina en un callejón sin salida, porque: ¿cómo es , posible evaluar una expresión que se ha planteado como "libre".
El sistema que propone la imitación de modelos, inhibitorio ya en su formulación,
jamás podrá evaluar positivamente los resultados: si éstos se acercan al modelo, serán considerados una copia; si se alejan, un desvío inaceptable. En esta desviación no podrá reconocer la transformación que la escritura opera, y no fomentará, en suma, la reelaboración personal del material literario.
En último término, estos sistemas se muestran fieles a la teoría literaria que bajo ellos subyace. La expresión libre, que se niega a conocer el trabajo de la escritura lleva a producir textos donde este trabajo no aparece. La copia de modelos, actitud resignada frente a la inaccesible obra literaria, la demuestra inaccesible en los resultados. En síntesis, y como no podía ser de otra manera, ilustran la concepción de la cual son fruto.
Existe, por último, una razón de orden práctico que restringe la producción literaria: el docente que debe enfrentarse, ya sea en el aula, ya sea en su casa, con cuarenta redacciones a las que un tema común uniforma y a las que debe devolver una respuesta "correctora", no se siente tentado a intensificar esta tarea.
Pintar este panorama no significa desconocer los importantes y decisivos aportes que se han hecho y actualmente se hacen para modificarlo. Lo que buscamos, más que nada, es demostrar cómo unos aspectos se vinculan con otros y cómo se vuelve necesario modificarlos en su conjunto para volver la práctica de la escritura literaria accesible e interesante a todos.


EL TALLER DE ESCRITURA: SISTEMA DE TRABAJO
Obedeciendo a la misma dinámica que se utiliza en el taller describiremos primero el sistema de trabajo para finalizar explicitando algunos de sus principios teóricos.

El trabajo de taller se articula en cinco momentos fundamentales:

1-Formulación de la propuesta.
2-Escritura.
3-Lectura de los textos.
4-Comentario.
5-Evaluación del trabajo.

1- Las propuestas de trabajo

a) Qué es una propuesta
Una propuesta de trabajo es una incitación a realizar un trabajo productivo centrado en un aspecto de la lengua o en alguno de los procedimientos o materiales que constituyen el texto literario.
En cuanto a su extensión, una propuesta puede condensarse en unas pocas frases o extenderse, fragmentada, todo a lo largo de una reunión de taller. Ejemplo del primer caso sería la propuesta de incluir determinadas palabras en un texto; de lo segundo, formar un coro poético para explorar una estructura tónica y utilizarla luego para producir poemas.

b) Características que debe reunir una propuesta
Una propuesta debe ser al mismo tiempo escueta y enriquecedora; debe plantear un problema y dar elementos para resolverlo; no debe transmitir un conocimiento pero debe acrecentar los conocimientos. Se articula, en suma, entre polos opuestos.

c) ¿Qué significa que una propuesta se enuncie sin haber trasmitido inmediatamente antes un conocimiento que enseñe cómo cumplirla? Significa que no se analiza o estudia, inmediatamente antes de la propuesta de escribir una poesía, un poema determinado, ni se define tampoco "la poesía". En general este "silencio" previo a la propuesta implica un gesto, de confianza que intenta movilizar al máximo los recursos y el conocimiento literario que cada uno tiene. Implica también que no existe un único modo aceptable de cumplirla. Pero, al mismo tiempo, en la propuesta subyace un procedimiento o el material que, de ser utilizados, pueden enriquecer o producir el texto. Cuando .se propone, por ejemplo,  realizar un poema collage utilizando titulares de periódicos, se está suministrando el material: el discurso periodístico, y un procedimiento: el montaje.
La idea de no impartir conocimientos previos no implica que no pueda utilizarse un texto literario como punto de partida. Lo importante es que no sea sentido por el grupo como un modelo para imitar.
En último término, es la actitud que se adopta la determinante. Si esta actitud es la de explorar un texto a fin de utilizar libremente sus recursos, aceptando luego todas las transformaciones o variables posibles, no sólo no hay nada de desaconsejable en ello, sino que el trabajo que genera se relaciona con la propuesta central del taller, lugar de apropiación y reelaboración de diversos tipos de materiales; a veces de forma tan inmediata como lo veremos al desarmar un relato o al utilizar una estructura sonora.

d) Obediencia a la propuesta
La posibilidad de que la propuesta genere respuestas distintas no significa que esta
deba ser ambigua, ni que esté para ser desobedecida. La exigencia de seguir una propuesta podría graduarse según una tabla que corresponde a momentos diferentes del trabajo. Cuando se formula, una propuesta debe ser clara e inamovible: dado que está pensada para plantear algunos problemas,
su modificación puede llevar a eludirlos. Durante la escritura, el proceso es más libre: los pedidos de modificación son siempre aceptados, ya que se respetan las exigencias del texto. Y por último, en la lectura, la desobediencia a la propuesta jamás invalida el texto. Interesa tan sólo para calibrar mejor los resultados del desvío. Un ejemplo: se propone incluir estas cinco palabras en un texto: tartamudo, azul, cuarenta, pez y radio. Al formular la propuesta se pide que aparezcan las cinco palabras; en la escritura se admite que se cambie cuchillo por cuchilla y pez por pececito; y si en el resultado se omitió radio, lo que importa es determinar por qué ese texto no admitía "tener adentro" una radio

2-La escritura

a) Organización del grupo
La escritura que se realiza en el taller puede ser individual, en equipos reducidos o colectiva.
El trabajo en equipo reducido favorece una interacción muy dinámica y enriquecedora,
ya que en un texto suelen sintetizarse ideas diversas. Es obvio que esta síntesis suele llegar después de bastante "dinamismo" grupal: discusiones, enojos y también dramatizaciones espontáneas de lo que se va a escribir. Esta modalidad de trabajo favorece una producción más continua e intensa, ya que una clase muy numerosa produce trabajando en equipos de tres una cantidad de textos que pueden ser leídos y comentados con facilidad y los niños no sólo no trabajan menos sino que lo hacen mejor.
El texto colectivo, por su parte, se elabora entre todo el grupo y a medida que se produce se va escribiendo en el pizarrón. En esta modalidad de trabajo el coordinador puede optar por intervenir más o menos activamente.
La participación activa del coordinador le brinda la oportunidad de incidir críticamente durante la producción y sobre el texto resultante. Su juicio crítico nunca debe asumir formas extremas sino emitirse como un comentario o una reflexión: ésta es muy bien aceptada lo cual no quiere decir, por cierto, que sea seguida siempre porque el coordinador forma parte de ese grupo que está elaborando el texto. Él es un integrante, que puede estar en desacuerdo con un posible desarrollo.
Interesa que el coordinador aproveche este tipo de trabajo para justificar tanto el acuerdo como el desacuerdo porque así ayuda a desarrollar un juicio crítico.
Concretamente, si el coordinador se muestra remiso en aceptar una historia o solución que ya ha aparecido en muchos textos y admite aventurarse en otra cuya salida parece difícil; si en un poema pide una rima más rica o más insólita, enseña con su comentario a autoformularse críticas o exigencias. Lo mismo sucede si pide, después de formular una propuesta, que se expresen muchas ideas antes de aceptar alguna, ya que suele suceder que las primeras ideas sean más convencionales y que las mejores aparezcan luego.

En el trabajo en grupo, el texto se va registrando en el pizarrón. Este registro favorece la relectura constante que el coordinador por su parte, puede propiciar. De esta relectura surgen nuevos desarrollos; estos a su vez pueden llevar a corregir o modificar lo ya escrito. De este modo la lectura demuestra la capacidad productiva del texto.
En síntesis, el trabajo del grupo entero equivale a una puesta en escena del trabajo
textual que se efectúa individualmente o en equipos. Por esta razón se vuelve un
momento privilegiado de observación para el coordinador.

b) El tiempo

El tiempo que se otorga para la escritura se enuncia después de la propuesta y varía de acuerdo con ésta, pero es conveniente que sea lo más breve posible. La brevedad relativa del tiempo emite dos mensajes: "organicémonos rápido, pongámonos rápido a trabajar" y "es posible cumplir esta propuesta en ese tiempo". La brevedad del tiempo que se concede vuelve por otra parte a ratificar que no hay una exigencia de perfección sino simplemente de trabajo, de un trabajo inmediato, libre, placentero y accesible a todos; e incide también en los resultados, ya que no se escriben textos muy extensos y esto facilita su lectura.


3-La lectura

Cuando el grupo ha terminado de trabajar, ya sea en modo individual, en equipos o colectivamente, llega el momento de la lectura. La lectura transforma al grupo en público. Este público tiene una característica que lo diferencia de otros: es un público que ha participado del trabajo, puesto que aún en la escritura individual una propuesta común ha vinculado los distintos textos. En este caso, además, el hecho de haber afrontado los mismos problemas crea en cada uno un interés hacia el trabajo de los otros que reditúa en un enriquecimiento personal.

Este público es además capaz de ofrecer una excelente lectura ya que conoce "de lo que se trata" como un experto, y puede evaluar similitudes y diferencias con sus propios textos.

La lectura en público que se hace de los textos rompe el círculo alumno profesor , evaluador alumno, para abrirse a una dimensión que lo acerca a lo que es el trabajo del escritor, sobre el cual gravita siempre la presencia de un público. En el trabajo de taller no se escribe para el maestro, ni para sacarse una nota; se escribe para ser oído, leído, con todo lo que esto significa. Esta lectura recibe no una calificación sino un comentario, que es la mejor respuesta que se le puede dar a ese texto. Dijimos más arriba que una de las razones que pesaban negativamente sobre la producción literaria en el ámbito escolar era que el docente debía responder con una lectura correctora a
los textos. La lectura y respuesta colectiva permiten al docente intensificar el trabajo
de escritura; de este resulta, sin duda una "mejoría" mucho mayor de la escritura que aquella que la corrección de cualquier género puede obtener.
En rigor podemos decir que el único modo de aprender a escribir es escribiendo y leyendo. La corrección que se hace del texto no enseña a escribir. Es la práctica, una práctica enriquecedora, tanto por los instrumentos que se suministran para efectuarla como por los intercambios que luego se establecen, la que favorece el aprendizaje de la escritura.

4- El comentario de los textos

En el taller todo texto es bien aceptado. Esta buena aceptación se traduce frente a los textos de los más pequeños en una valoración positiva. A medida que los integrantes del taller son mayores esta aceptación se formula cada vez más como un comentario o análisis de aquellos aspectos del texto que ofrezcan mayor interés.
El comentario de signo negativo está absolutamente excluido.
Ya dijimos antes que no existe un modo único de cumplir una propuesta. Ahora podemos agregar que aun en aquellos casos en que los textos muestren lo que podría ser considerado objetivamente errores (redundancias, ininteligibilidad, cacofonías, etc.), el comentario jamás debe detenerse en ellos para corregirlos; puede sí, considerarlos como punto de interés para el análisis.

Gráficamente, lo que se le pide al coordinador en este momento es olvidarse del marcador colorado o verde o Olvidarlo realmente, proponerse olvidarlo como una actitud profunda.

Más abajo intentaremos fundar teóricamente esta actitud que sabemos difícil de aceptar, ya que contradice hábitos inveterados. Aquí damos dos razones que tienen que ver con las condiciones de trabajo.
Desde el punto de vista de los chicos, la seguridad de recibir una buena acogida
provee el clima de libertad y también de felicidad necesario para la escritura. ¿Qué
puede querer escribir un chico que está pensando cómo evitar el lápiz rojo?
Desde el punto de vista del maestro, este negarse a la respuesta correctora le deja libre el ánimo para dar otra respuesta y al mismo tiempo lo obliga a darla. Esta otra respuesta es una lectura que en vez de corregir el texto, se encamina a conocerlo y darlo a conocer o propiciar su conocimiento.
A esta lectura cada docente contribuirá con todas sus habilidades y conocimientos.
Conviene aceptar ese texto en lo que propone; poner entre paréntesis el gusto personal y los modelos, para dilucidar cómo está hecho ese texto, qué nuevos efectos logra, cuántas significaciones se pueden leer en él.

En síntesis, la actitud del coordinador ante los textos tiene que ser la misma que adopta ante el poema o relato de un autor consagrado cuando se propone analizarlo.
Sin duda, la pregunta que se plantea es: ¿y qué pasa con los errores de ortografía, puntuación, la falta de concordancia, la .... ?
Vamos por partes. No todos los chicos terminan de escribir al mismo tiempo. En ese
momento previo a la lectura se les puede pedir que relean sus textos atendiendo esta vez a la ortografía. La lectura en voz alta, por su parte, suele ser autocorrectiva: un chico puede escribir algo mal, pero siempre lo lee mejor. Si se prepara un libro de trabajos de taller también se puede poner el acento en la autocorrección. Pero todo este movimiento de autocorrección es un segundo momento.
Y, sobre todo, el texto no debe volverse motivo ni fundamento de ejercitación normativa.

5- La evaluación del trabajo

Un problema distinto del que plantea la valoración literaria de un texto es la evaluación del trabajo de taller.

Si bien no nos hallamos ante un trabajo normativo, es indudable que una práctica de la escritura debe redundar en un enriquecimiento de algunos aspectos que sí pueden ser evaluados comparativamente, es decir, con relación a los primeros trabajos efectuados. En esta evaluación podemos tener en cuenta el enriquecimiento temático, a incorporación de nuevos procedimientos, la amplitud del léxico. Con este sistema de evaluación es posible realizar una práctica intensa de la escritura y, en períodos mucho más espaciados, una evaluación, que, como ya dijimos antes, atiende no a una 'normativa" textual sino al desarrollo y enriquecimiento de las potencialidades que
cada uno haya demostrado. Es decir al crecimiento de la propia escritura.
En esta introducción hemos seguido el mismo recorrido que se efectúa en el trabajo de taller: de la escritura a la lectura y el análisis, vale decir de la práctica hacia la teoría. Explicitaremos ahora algunos de los principios teóricos que sustentaron nuestra práctica centrando el interés en dos puntos que atañen respectivamente a la lectura y al proceso de la escritura. Más adelante, ya en el transcurso del trabajo, explicitaremos algunos otros conceptos que puedan ofrecer interés.

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