Teseo es el mayor héroe ateniense, conocido por su sentido
de la justicia y su defensa de los oprimidos. Era admirado por sus hazañas
contra monstruos y bandidos.
Teseo se educó en la corte de Piteo y tuvo por preceptor a Cónidas. A los dieciséis años partió hacia Atenas en busca de su padre. Egeo lo reconoció de inmediato ya que el héroe tenía la espada y las sandalias que había escondido su padre en Trecén, destinadas a ser encontradas por este hijo heroico.
El rey Minos de Creta era hijo de Zeus y de Europa. Había
derrotado años antes a los atenienses, razón por la cual, tras consultar el
oráculo délfico, los vencidos ofrecieron al rey tributarle doncellas y
muchachos. Existen dos versiones de esto; en una se envían catorce vírgenes una
vez al año, y en otra, siete varones y siete muchachas cada nueve años. El
destino de esta juventud era ser devorada por el Minotauro.
Así lo explica Plutarco en Vidas paralelas: "Llegados
a Creta estos jóvenes, las fábulas trágicas nos dan a entender que eran en el
laberinto despedazados por el Minotauro, o que perdios en sus rodeos, y no
pudiendo acertar con la salida, allí perecían; y que el Minotauro era, como lo
expresa Eurípides, monstruosa prole de biforme aspecto; y que había nacido de
toro y hombre con mezclados miembros".
El Minotauro era hijo de Pasifae, esposa de Minos y de un
toro blanco, muy hermoso. El toro debía ser sacrificado a Poseidón, pero la
magnificencia del animal hizo que Minos lo escondiera entre otros de su especia
y sacrificara a otro en su reemplazo. Enterado de esto, Poseidón hizo crecer en
Pasifae el deseo por el toro. Minos consideró al monstruo como su hijo pero su
ferocidad era tan grande que encargó al glorioso arquitecto Dédalo la
construcción de un laberinto para albergarlo.
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