Fue el 15 de junio cuando el coronel ordenó que comenzaran las talas en el Bosque Viejo. Evitado definitivamente el peligro de Matteo, Sebastiano Procolo mandó que se talara una franja de árboles por en medio del bosque. Se abría así un paso útil para el eventual transporte de otros troncos desde lo alto del valle.
Los obreros comenzaron por un gran abeto rojo, de unos cuarenta metros de altura, situado en el límite del bosque. Hacia las tres y media de la tarde, el coronel, acompañado del viento Matteo, salió de casa para ir a ver la operación.