Rupturas político-ideológicas en la revista Martín Fierro. 1924-1927, Fernando Quesada


CONICET
IMESC / Facultad de Filosofía y Letras / Universidad Nacional de Cuyo
fernandoquesada77@yahoo.com .ar

Resumen
La revista Martin Fierro {segunda época), fundada en
1924 por Evar Méndez resultó ser uno de los más importantes hitos culturales de la primera mitad del siglo XX. Una nueva lectura de Martín Fierro, además de corroborar la hipótesis anterior, permite encontrar significativas relaciones entre la revista y el proceso social y político que se desarrolla en el país, como también destacados paralelismos entre los campos literario, periodístico y político.
Political-ideological ruptures in the Martín Fierro review . 1924-1927.
Abstract
The Martin Fierro review (second epoch) was found in 1924 by Évar Méndez. Martin Fierro's new reading, beside corroborating the previous hypothesis, allows to find significant relations between(among) the magazine and the social and political process that develops in Argentina. Also, we found similarity between the literary, journalistic and politic fields.
Palabras clave: Martin Fierro, historia intelectual, formaciones culturales, campo intelectual
Key words: Martín Fierro, intelectual history, cultural formations, intellectual field
La revista Martín Fierro (segunda época), fundada en 1924 por Evar Méndez resultó ser uno de los más importantes hitos culturales de la primera mitad del siglo XX. En primer lugar, significó la cristalización de una posición cultural de vanguardia en la Argentina que logró impactar en los debates de la época y marcó, sin duda la historia literaria posterior. Por si fuera poco, las condiciones para su surgimiento se dieron en una etapa histórica atravesada por una serie de conflictos políticos, ideológicos y culturales que se interrelacionan de manera más profunda de lo que algunas corrientes historiográficas han alcanzado a comprender.
pe manera paradójica, Martin Fierro apareció en un momento en el que el campo intelectual argentino se encontraba relativamente constituido y gocialmente diferenciado, y es esta misma legitimidad a la que la vanguardia martinfierrista pondrá en cuestión. Sumado a este hecho, como formación cultural rupturista, al generar un espacio de articulación entre el discurso político y el cultural y al erigirse en alternativa ideológica ai campo tradicional ayudará a la consolidación y autonomía del campo intelectual.
Dentro del proceso de consolidación de lo cultural acaecido durante la década de 1920, la figura del escritor adquiere rasgos sociales diferenciales. El artista tiende a especializarse en su disciplina, se independiza de otros ámbitos y se afirma su peso en el campo. Las revistas y publicaciones fueron vitales en este proceso, y pasaron a constituirse, por el lugar que ocupan dentro del sistema de fuerzas, en espacios de articulación de ideas políticas y culturales heterogéneas. En la actividad periodística o editorial, como afirma Fernanda Beigel, los intelectuales “hallaron una forma de praxis política separada -más bien opuesta- respecto de la esfera político-estatal”.
Martín Fierro no debe ser entendida como el único proyecto de vanguardia que viene a negar la legitimidad del estado de cosas, sino que debe ser ubicada en un momento de “explosión del vanguardismo estético-político” dentro del espacio latinoamericano en general y del argentino en particular. Porque significa el esplendor de un “gran movimiento de revistas de vanguardia,z, que en Argentina había comenzado en 1921 con Prisma, y seguida por Proa de 1922 e Inicial de 1923. En el marco continental, las revistas de vanguardia asumieron determinadas características entre las que se puede señalar:
a- las relaciones entre arte y política adquirieron rasgos de “modalidad” -en algunos casos, los aspectos estéticos fueron supeditados a los aspectos políticos, en otros, a los dos se les asignaba la misma importancia y, en una tercera alternativa, Martín Fierro por ejemplo, lo político tenía un estatuto inferior a lo estético, con claras intenciones de ocultamiento-.
b- como actividad intelectual, la literatura fue utilizada como práctica política separada de lo político-estatal.
Una de las características específicas que muestra la vanguardia argentina es que está identificada con un particular “sujeto intelectual”: los jóvenes; que si bien han adquirido un determinado habitus en un proceso cultural específico, no se sienten plenamente identificados con él. Tratando de establecer un paralelismo, Montaldo reconoce que son los jóvenes el nuevo sujeto social que
predomina en dos importantes movimientos de la etapa estudiada: la Reforma Universitaria y la revista Martín Fierro. Éstos, más que adherentes, son los verdaderos promotores de un profundo movimiento ideológico y cultural, con valores propios y principios políticos nuevos, divergentes con los valores de la intelectualidad que predominaba en el ambiente de los años '20.
La posición irreverente de Martín Fierro puede ser analizada según la teoría de análisis de los procesos culturales desarrollada por Raymond Williams. Martin Fierro es una revista surgida dentro de un determinado proceso cultural “hegemónico” en el que instituciones, tradiciones y formaciones culturales se encuentran interrelacionadas. Las polémicas que se desarrollan en sus páginas muestran una continua crítica de instituciones académicas y universitarias -Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires- formaciones culturales consolidadas dentro del campo, -revistas Nosotros, Caras y Caretas y El Hogar-, y tradiciones que son enjuiciadas severamente -los temas del nacionalismo cultural, las representaciones de un “pseudo arquetipo” del gaucho, las personas de Manuel Gálvez, de Ricardo Rojas y, en menor medida de Leopoldo Lugones-.
Es necesario detenerse en el escenario político y social en el que se desenvuelve y; con el que sin duda se interrelaciona. Desde 1916 la UCR estaba en el poder, al que había llegado por medio del voto popular y, en 1922, el primer dirigente democrático, Hipólito Yrigoyen, había sido sucedido por otro radical, Marcelo T. De Alvear. El abandono de la presidencia de la Nación por parte del primero no supuso una pérdida de poder dentro del partido. El líder había abandonado el cargo por un interregno democrático de seis años, y no sería desprovisto de su poder partidario, el cual le garantizaba un seguro triunfo para las elecciones de 1927.
Los estudios del campo político en esta época muestran una fuerte consolidación, que en parte se manifiesta en una marcada conflictividad ideológica y partidaria. El creciente proceso de democratización política comenzado en 1912 con la Ley Saénz Peña había desembocado en un sistema piuripartidista, en el que el poder era hegemonizado por la UCR. El primer gobierno de Yrigoyen se vio inmerso en una fuerte conflictividad, producto de la transición de un sistema político oligárquico a un sistema político democrático, a lo que se suman las repercusiones económicas de la Primera Guerra Mundial. En este contexto de conflictividad, se desarrolló una marcada polarización ideológica entre, por un lado, una derecha vinculada directamente con los sectores que habían perdido el poder en 1916, que veía en Yrigoyen, y particularmente en el sistema democrático, una amenaza para su programa, y por otro, una extrema izquierda que nó compartía con el
gobierno la confianza en la democracia como sistema político y social evolutivo, amén de la posición contra la política laboral “paternalista” del Presidente.
Cuando en 1922, asume la Presidencia de la República Marcelo T. De Alvear, se produce una reactivación y salida de la crisis económica producida por el impacto de la Primera Guerra Mundial, el nivel de conflictividad político e ideológico tiende a descender. Las particulares características personales y polítcas del nuevo Presidente ofrecían mayores ventajas para un acercamiento más espontáneo con sectores y grupos sociales con los que no había podido converger Yrigoyen. Alvear pertenecía a una de las familias aristocráticas de mayor raigambre social en la Argentina. Estaba vinculado incluso con personas de la cultura e intelectuales que rebasaban el marco nacional. Casado con una famosa cantante portuguesa, Regina Paccini, se había incorporado al mundo de la cultura, tomando cursos, durante su residencia en Francia, sobre literatura con el crítico literario Brunetieri. Tanto por su posición social como por la moderación en sus actos y medidas, los conflictos políticos disminuyeron, y la fracción de la clase dominante que había perdido el poder en manos de Yrigoyen no consideraba al nuevo mandatario un enemigo, sino un adversario con el que se podía llegar a encontrar algunos lineamientos políticos comunes.
Así, durante su presidencia, el conflicto ideológico que había mantenido su antecesor con la izquierda y con la derecha, parecía en considerable declinación, preferentemente con ésta última. Un ejemplo de esto es el nombramiento, por el mismo Poder Ejecutivo, de Manuel Carlés como interventor de San Juan, personaje que había organizado en 1919, la primer agrupación política de derecha, la Liga Patriótica Argentina.
Un proceso similar de consolidación sufrió el campo periodístico a mediados de los años '20, particularmente en los medios gráficos. A diferencia de los diarios de fines de siglo, caracterizados por su dependencia del sistema político, utilizados como hojas de doctrina por escritores que compartían sus intereses entre lo político y lo periodístico, los semanarios y diarios de esta década destacan por la modernización en la que se vieron inmersos. La profesionalización y autonomía notable en este período adquiere tanta importancia que quienes escriben y dirigen la prensa escrita son periodistas profesionales, y en algunos casos escritores que reparten su tiempo entre la literatura y el periodismo.
Esta consolidación de la prensa no podría haber existido sin el importante impacto que el progreso tecnológico ejerce sobre el periodismo, lo que influye en la impresión y circulación de diarios, generando una importante red de distribución. Todo esto acompañado por el crecimiento de la ciudad de Buenos Aires y el aumento de los lectores.
Esta consolidación del campo cultural provoca lo que Saítta llama la reformulación de “las relaciones entre escritores, políticos y público”. Proceso en el que la prensa cumplirá la función de “integración y entrecruzamiento de sectores sociales y culturales diferentes”.
Crítica es el diario que se destaca en el período estudiado no sólo por haber representado un rol protagónico en el proceso de consolidación del campo, sino porque el desarrollo de sus prácticas discursivas y sus estrategias periodísticas se interrelacionan profundamente con la aparición de un movimiento rupturista de vanguardia fortalecido con Martín Fierro-, y también con su ocaso. La alianza cultural entre ambos medios es explícita: en 1924, cuando aparece Martín Fierro, Crítica celebra la aparición de la misma manera que lo había hecho con Proa y con Inicial: “Martín Fierro reaparece dispuesto a batirse en campos de arte, de justicia y de belleza. Bienvenidas sean sus nobles páginas de buena lectura. Y ojalá que ésta su nueva existencia se prolongue por toda esa eternidad que auguran nuestros íntimos deseos”.  Pero no significaba un saludo de compromiso, sino que confirmaba la estrategia discursiva del diario que argumentaba que “la juventud sabe más que la experiencia" y fortalecía la práctica de incorporación de intelectuales en sus filas provenientes de la vanguardia, tales como Raúl y Enrique González Tuñón, Conrado Nalé Roxló, Nicolás Olivari, Roberto Arlt, Ulises Petit de Murat, entre otros.
El considerable apoyo que Crítica le brindó a Martín Fierro en sus comienzos se confirma cuando entre sus páginas se observa la imparcialidad con la que se definió en la clásica polémica entre Florida y Boedo en favor de la primera, posición estética en la que se encontraban los martinifierristas.
Continuidades y rupturas
La revista nacida en 1924 toma como punto de referencia a otra anterior, aparecida en 1919, y en cuyo staff se encontraban figuras como Arturo Cancela, Evar Méndez, Alberto Gerchunoff, entre otros. La publicación duró solamente dos números, y de ella afirma Horacio Salas que se caracterizaba por su fuerte predica antiyrigoyenista y por su marcado politicismo.  Como
veremos, la presencia en ambos emprendimientos de Evar Méndez será significativa en la orientación de la revista.
En una acertada periodización, Sarlo divide esta nueva época en dos partes. Una primera comprende desde el número 1 hasta el número 3, en ella se puede observar una estrecha relación con la primer época de la revista, más cercana al “periodismo de batalla” y centrada en la crítica sobre las costumbres políticas y culturales. La segunda parte, que comprende desde el número 4, cuando se publica el manifiesto redactado por Oliverio Girando, hasta el número 45, cuando la revista deja de aparecer. En ésta, la formación adquiere los rasgos de radicalidad propios de una vanguardia, con un manifiesto y un programa. Las causas de esta primera ruptura, Sarlo las encuentra no solo en la heterogeneidad que caracteriza a la revista, sino también en el “desarrollo variable y no lineal de elementos ideológicos y estéticos contradictorios” . Es en esta división donde puede observarse una “tensión” provocada por “elementos de origen diferente”.
Una nueva lectura de Martín Fierro, además de corroborar la hipótesis anterior, permite encontrar significativas relaciones entre la revista y el proceso social y político que se desarrolla en el país, como también destacados paralelismos entre los campos literario, periodístico y político.
Desde la primera editorial de esta segunda época, se establece una clara analogía con la publicación y con los objetivos planteados en la de 1919: “Martín Fierro" reafirma las “ideas de renovación y transformación social" que despertaron los ánimos para fundar una revista cultural en aquellos años, hecho que es interpretado como una “reacción explicable y justa contra multitud de prejuicios absurdos de público y de los dirigentes de la opinión, dentro y fuera del gobierno”. En esta nueva etapa, afirma la editorial, “hacemos nuestro el antiguo programa" con el objetivo de “influenciar con sus pensamientos o sus hechos, el desenvolvimiento de la vida argentina” . En esta primera parte, la intervención en asuntos políticos puede observarse en la considerable aparición de artículos referidos a aspectos concernientes a la realidad nacional, latinoamericana y europea. En “El anillo de amatista”, Pedro García intenta generar una opinión favorable a Monseñor de Andrea para competir por el cargo de Arzobispo de Buenos Aires. De Raúl Haya de la Torre se pública una declaración en la que denuncia el autoritarismo del gobierno del presidente Leguía del Perú por haberlo obligado a exiliarse, y alienta una alianza entre estudiantes y obreros de toda Latinoamérica para no abandonar la lucha política y la “unidad espiritual”.
Una importante cantidad de espacio lo ocupa la expulsión de Miguel de Unamuno de la Universidad de Salamanca por orden del Régimen dictatorial
de Miguel Primo de Rivera. El maltrato que se le da al filósofo organiza un frente intelectual que juzgará las figuras de los intelectuales genuflexos al régimen y criticará la tibieza en el apoyo a otros intelectuales. También se propone una solución al problema, al ofrecérsele a Unamuno una cátedra en alguna Universidad argentina.
En la primera ruptura ideológica identificable a partir del cuarto número, se comienza a notar la menor repercusión de temas relacionados con asuntos político-ideológicos, y se puede advertir un discurso referido a asuntos de política cultural, centrados principalmente en el espacio municipal de la ciudad de Buenos Aires, y en menor medida de interés nacional.
En importancia jerárquica, es en los premios municipales donde la formación centra sus críticas y denuncias, por ser éstos un importante canal de legitimación de los nuevos escritores y por asignar interesantes recursos económicos, a los que los vanguardistas no eran indiferentes. En asuntos de política cultural, la formación estaba atravesada por un doble discurso, en el que, por un lado, se tenía confianza en la “consagración” literaria que brindaban los concursos oficíales y se alentaba la intervención del Estado en el financiamiento de los premios y en el control de la imparcialidad para la asignación. Pero por otro, en coyunturas en las que aumentaban las dudas sobre designaciones de jurados, otorgamientos dudosos -a escritores consagrados en el campo tradicional- aparece una posición que ve en el Estado '7a organización y e! privilegio, y por fatal consecuencia enemigo lógico de la vida y de los hombres, no podía permanecer indiferente ante el esfuerzo de renovación y el hálito de rebeldía que el arte significa’’16, que para vencer cualquier acción revolucionaria de su "enemigo” lo domestica, mediante la “oficialización”. Así, por la consecución de los premios consistentes en sabrosísimas sumas y una reclame nada despreciable, todos adoran el becerro de oro y sacrifican gustosos sus ensueños revolucionarios y sus credos estéticos”.
Cuanto más desplazados se ven los vanguardistas de los concursos el tono de la polémica aumenta al punto de llegar a afirmar: “esto ya no es un acto digno de tomarse en serio, sino un escándalo, una vergüenza municipal". Esto en momentos en que las relaciones con las instituciones culturales del gobierno se encontraban en su punto más vulnerable, al extremo de argumentar:
“El Sr, Torrendell es la persona que nos ha revelado las mayores suciedades de este concurso, sin embargo -pero él tiene tan poca vergüenza como los otros- y es quien nos informa de las influencias de la “Liga Patriótica”, “La Razón” y "El Hogar” por medio de Josué Quesada, -vaya un jurado literariol-que hizo premiar a Coronado contra el candidato Barletta; de las influencias de irigoyenistas y alvearistas; del extintó Ravignani y ¡a revista postuma “Nosotros”.17
pero también el tratamiento de los asuntos culturales en sus páginas puede
deberse al desconocimiento de cualquier proyecto de política cultural realizado
oor los gobiernos radicales, espacio que al quedar sin lineamientos por parte
AL\ Estado, habría conducido a la vanguardia a la formulación de un proyecto
ael , 18
cultural.
Un momento álgido de discusión ideológica reaparece en las “Contestaciones a |a encuesta de Martín Fierro”, número doble 5-6, donde un grupo de intelectuales responde a las preguntas: 1- Cree usted en la existencia de una sensibilidad, de una mentalidad, argentina? y 2- En caso afirmativo ¿Cuáles son sus características?. Leopoldo Lugones, Ricardo Güiraldes, Pedro Figari, Pedro Juan Vignale, Ricardo Rojas, Mariano A. Barrenechea, Oliverio Girando, Samuel Glusberg, Luis María Jordán, Roberto Mariani, Pablo Rojas Paz, Andrés L. Caro y Pablo. Della Costa son todes los que responden. Pero es en los textos de cuatro de ellos en los que puede observarse fragmentos dispersos de dos discursos político-ideológico determinados. Lugones sostiene que “las características de raza” que poseemos deben rastrearse en 7a sangre, el clima y el idioma: con lo cual tendremos la suerte de pertenecer a la más completa y amable civilización que existe”. Desde una posición política no muy diferente, Pedro Juan Vignale detalla algunos elementos que el país no posee: “aristocracia”, “mitos", “castillos”, “fe religiosa”, etc. También diagnostica que los argentinos “ni somos ateos ni creyentes, en nosotros todo es indiferente. Si hemos ido a la guerra fue por razones políticas: nunca una causa sentimental nos hizo disparar una màuser”. Y la solución dice encontrarla en el programa de una nacionalismo “sui generis” que recurre al fatalismo para generar sentimientos étnicos compartidos: “hay que construir carreteras costosas; pirámides donde mueran cien hombres diarios; catedrales que sean un monumento de fe y de sacrificios; provocar diez revoluciones románticas porque sí, con fusilamientos y deportaciones; luchar por la imposición de un Dios nuestro, auténtico...”.
En estos dos intelectuales puede observarse una línea incipiente de pensamiento nacionalista, en momentos en que se está gestando un importante movimiento de derecha que tomará prestados elementos ideológicos del nacionalismo cultural y que reclutará militantes de diversa procedencia, reclutamiento al que no escapará la vanguardia martinfierrista -tal cual lo demuestra la figura de Ernesto Palacio- y la polémica del meridiano, como se verá luego.


17 MF, N° 40, abril de 1927.
18 En los cuarenta y cinco números de la revista se pueden observar una considerable cantidad de artículos sobre políticas culturales referidas a teatro, cine, museos, educación pública, música.
L

Por su parte, una línea de pensamiento liberal puede encontrarse en respuestas como la de Pedro Fígari: “determinar las características de la sensibilidad y la mentalidad argentina, resulta tanto más arduo cuanto que este pueblo no es ni puede ser homogéneo”(...)“volcado el Viejo Mundo en estas tierras vírgenes, sus frutos participan de esa primicia, y así como plasmó al criollo urbano, similar, de alma fuerte y jovial, el uno igual apasionados de novedad, de libertad”. Oliverio Girando reconoce una tradición en “las obras los hechos y la vida de Sarmiento, Hernández, Cambaceres, Wilde, Güemes Roca”. En la misma herencia Mariano Barrenechea afirma que: “carecemos dé tradiciones étnicas y sociales; los esfuerzos por fundar un nacionalismo literario han parado, a mi modo de ver, en el ridículo".
La encuesta sobre un problema que además de ser estético tiene un importante trasfondo ideológico, si bien aparece en el doble número 5-6, debe ser leída como un elemento de arrastre de la primera parte, más que como un rasgo de la “moderada” segunda etapa.
Como ejemplo de la heterogeneidad de Martín Fierro, viene al caso citar la figura de Ernesto Palacio, que firmaba con el seudónimo Héctor Castillo. Su participación importa menos por la particularidad de su pensamiento nacionalista maurrasiano y su conversión al catolicismo, que por la posición adoptada en la ruptura que pondrá fin a la revista. Nacido en 1900, en el seno de una destacada familia de Buenos Aires, decide seguir la carrera de abogacía y, en forma paralela, realiza estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Como muchos nacionalistas de su tiempo frecuenta las ideas anarquistas y adhiere a la Reforma estudiantil de 1918. Asiduo colaborador de la revista católica Criterio y permanente integrante de Martín Fierro, no sufre las contradicciones ideológicas al momento de publicar sus textos en ambas. Pero en La Nueva República, que comienza a publicarse en 1927, las condiciones no serán las mismas. Si bien esta nueva revista compartía con Martín Fierro tanto la juventud de sus colaboradores como también la colaboración de Julio Irazusta -uno de los fundadores junto a su hermano Rodolfo-, la mílitancia nacionalista que postulaba, la adhesión a los nuevos movimientos políticos fascistas que estaban surgiendo en Europa y, sobre todo, la subordinación en su estructura ideológica de los aspectos estéticos a los políticos, las convertían en formaciones más que opuestas. Con el agravante, en el caso de Palacio, por ser Jefe de Redacción de una revista que estaba lo suficientemente expuesta políticamente y que postulaba tener dos enemigos le servían como ¡deas de cohesión: “la democracia radical y en especial Yrigoyen”.19
A partir del manifiesto publicado en el cuarto número puede observarse una ruptura respecto de los números anteriores. Si la etapa anterior se encontraba ligada a la publicación de 1919, por sus temáticas tratadas, sus posiciones ideológicas y su no tan moderado politicismo, en ésta se pueden encontrar las
19 Fernando J, DEVOTO (2002); Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina j moderna. Una historia, Buenos Aires, Siglo veintiuno, p. 173.
verdaderas huellas de lo que Sarlo define como el “moderatismo” de la publicación.
En este trabajo se apunta a develar algunas relaciones más profundas entre el campo intelectual y el campo político. En primer lugar, es necesario reconocer la amistad que une a Évar Méndez, director de la revista, con el presidente de la República Marcelo T. de Alvear, reconocimiento que había encontrado sus resultados en la designación para un cargo en la Biblioteca Nacional. También v¡ene al caso mencionar la efímera participación que tiene el presidente en la revista, al enviar una felicitación por la aparición y aconsejar que “no se extralimiten con mi gente”, como hicieron con el Intendente de Buenos Aires Martín Noel. Además, en los cuarenta y cinco números sólo se ha encontrado una sola referencia negativa sobre el “alvearismo”, lo que indica que la revista tenía un respetuoso trato de su figura, a diferencia del tratamiento de otros políticos de la época.
Debe recordarse que en el campo político, si bien se produce un relativo descenso del conflicto político en general, con la llegada de Alvear al poder, se agudizan las internas dentro del partido radical. El fenómeno no es nuevo, sino que está ligado al origen partidario y se radicaliza en su trayectoria histórica hasta la llegada al poder  Una vez en el gobierno, la heterogeneidad que caracteriza al partido se acentúa y comienza a acrecentarse la “faccionalización", que finalmente desembocará en ruptura. Ésta se produce en 1924 -en el mes de agosto- cuando durante una asamblea los antipersonalistas forman un nuevo partido. Pero la nueva escisión no se provoca de manera imprevista, sino que sufre una evolución que corre de la mano con la presidencia de Alvear. Desde la designación de Nicolás Matienzo como Ministro del Interior, continúa en el corto mandato ministerial de Vicente Gallo, hasta la desmembración final. En todo este proceso, Alvear adoptó una actitud moderada que no ocultaba sus simpatías por la nueva facción, pero que tampoco le brindaba el completo apoyo público y económico, ni pretendía romper con el radicalismo histórico.
De lo anteriormente expuesto pueden desprenderse algunas analogías entre la estrategia de moderación adoptada por Alvear en el campo político y la similar tomada por Évar Méndez en Martín Fierro. Además, debido a las confluencias ideológicas entre ambos, el aumento de conflictividad eri el primero puede haber conducido a que en el segundo se extremara la moderación y el “apoliticismo”para evitar las polémicas ideológicas en el heterogéneo núcleo 
intelectual, acrecentando así el proceso de autonomía para no verse inmiscuido en conflictos de intereses ajenos al propio campo.
Esta nueva estrategia de reafirmación de la autonomía y de no intervención en los intereses específicos de otros campos atravesará toda la historia de la revista y, finalmente, será causante de la ruptura definitiva cuando intente ser modificada.
La ruptura fina!
De forma paralela al desarrollo de la polémica sobre la identidad nacional y a la consolidación del principio de moderación política por parte de su director Martín Fierro comienza a gestar una comente de definición política favorable a Hipólito Yrigoyen que tendrá como figura destacada a Jorge Luis Borges, y que deslizará en la revista algunos elementos discursivos que por pequeños no llegarán a generar conflictos, pero de forma paralela, y en especial en ediciones individuales, se destacarán notablemente. El acercamiento ideológico de ciertos directivos con el gobierno de Alvear ha quedado comprobado, al conocerse la carta que se publica en la segunda entrega y en especial por la información que brinda Salas sobre el cargo público que ocupaba Évar Méndez en la Biblioteca Nacional.
La figura del ex-presidente, más que respeto político despierta burlas y críticas que aparecen principalmente en la sección “Cementerio” y “Parnaso satírico”. Entre todos los apodos que recibe se encuentran los que refieren a su “huraña" personalidad -’’Peludo”, “audaz tatú”-, a la capacidad para generar rencillas políticas -“maña /de Gran Capitán Araña’’-, a su apoyo popular -“En el famoso complot / de boina y de chiripá"-, y a su pasión por conservar espacios de poder -“Entonando el ya me voy / te vas de bruces al suelo / Macaneador sin abuelo”- . Pero no sólo su figura es objeto de burlas, también sus gustos literarios y su estilo de escritura: “podría el ex presidente, para entretener sus actuales ocios, lanzar una nueva escuela literaria: el macarronismo’ .
El “apoliticismo” que dice sostener Evar Méndez, se va a ver atacado cuando una de las figuras que más importancia está adquiriendo dentro de la formación comience a confirmar un tipo de representación positiva de Hipólito Yrigoyen. Un primer esbozo de este tipo de representación aparece en el texto “Para el advenimiento de Ramón”, cuando en espera de la visita de Gómez de la Sema, Borges le atribuye características proféticas y milagrosas a éste intelectual: “por él sabremos que volverá a la presidencia Irigoyen, pues tiene la complicidad no solamente de los hombres, sino también de las cosas de Buenos Aires: de los zaguanes, de las verjas, de las camas donde se engendra el patio”. Y en otro texto, refiriéndose a las influencias literarias de Europa dice: “hoy nos llega el tumo a nosotros, los americanos del Sur, los de
22 MF, N° 34, octubre de 1926.
23 MF, N° 3, abril de 1924.
Y
1 la sorna y la serena incredulidá. En el mil ochocientos (casi jugando y como
I auien no quiere la cosa) compusimos el Fausto y el Martín Fierro y el Prometeo
f & Cía. Y encima alguna otra zoncera como Rubén y el tango y el misteriólogo
I Irigoyen.
posteriormente, en pleno momento de la polémica de los españoles de la Gaceta Literaria de Madrid por el asunto planteado en el N° 8 de esa revista, sobre “Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica”, Borges, argumentando la falta de comprensión de los españoles hacia los americanos, y con el objetivo de confirmar la superioridad política y cultural de los argentinos sobre los peninsulares, afirmará: “Madrid no nos entiende. Una ciudad cuyas orquestas no pueden intentar un tango sin desalmarlo, una ciudad cuyos estómagos no pueden asumir una caña brasilera sin enfermarse; una ciudad sin otra elaboración intelectual que las greguerías; una ciudad cuyo Irigoyen es Primo de Rivera (,..)¿de dónde va a entendernos, qué va a saber de la terrible esperanza que los americanos vivimos?”.
Si las simpatías políticas Borges las esboza de manera tímida en los textos que publica en Martín Fierro, en sus ensayos individuales las expone de manera explícita, al sentirse libre del postulado “apolítico” de la revista. Tal el caso de El tamaño de mi esperanza , publicado en 1926. Desde el título mismo el libro sugiere un tiempo nuevo, un momento propicio para buscar en la tradición literaria argentina una leyenda, en forma de relato o de relatos, que sirva para la construcción de un modelo de país, que exceda y supere la discusión entre el progresismo, al que le asigna una originalidad foránea, y el criollismo, al que considera superado y nostálgico, propio de un país que añora nostálgicamente su pasado, pero que olvida la acción constructiva en el presente. Y es en este presente donde Borges va a buscar mitos constructivos. La forma de búsqueda que realiza está clara desde el prólogo, donde dice que pretende un diálogo con los “criollos", con los que “no le achican la realidá a este país”, y continúa: “mi argumento de hoy es la patria: lo que hay en ella de presente, de pasado y de venidero’ . Rememora algunos hechos de la historia argentina, tales como la expulsión de los ingleses de Buenos Aires, la guerra de la independencia, la Santa Federación, y concluye que este país se caracteriza por una “esencial pobreza de nuestro hacer”. Entre los mitos presentes que cree encontrar, dice “entre ios hombres que andan por mi Buenos Aires hay uno solo que está privilegiado por la leyenda y que va en ella como en un coche cerrado; ese hombre es Yrigoyen”.23
El texto no es excepcional en la obra de Borges, sino que se encuadra en una etapa de su producción en la que plantea un verdadero “proyecto ideológico, cultural” caracterizado por el “enciclopedismo” literario y el populismo político
A partir de lo anteriormente expuesto se puede comprender porqué es Borges quien encabeza una coalición de intelectuales que deciden apoyar abiertamente la candidatura de Yrigoyen y conformar un Comité Yrigoyenista de Intelectuales Jóvenes, compuesto por él mismo como presidente y Leopoldo Marechal como vicepresidente, Enrique González Tuñón como secretario, Nicolás Olivari como secretario de actas, Ulises Petit de Murat como tesorero y Francisco López Merino como protesorero; entre los vocales se encontraban Macedonio Fernández, Carlos Mastronardi, Horacio Rega Molina, Santiago Ganduglia, Raúl González Tuñón, Pablo Rojas Paz, Sixto Pondal Ríos, Roberto Arlt y Francisco Luis Bernárdez.
Las intenciones de Borges no eran solamente conformar un coalición que apoyara la candidatura de Yrigoyen, sino encolumnar a toda la revista como formación en el apoyo político, lo que produjo que en el número 45, Évar Méndez publicara una “Aclaración" en la que recordaba el carácter "absolutamente no-político, y mucho menos político-electoral o de comité". Reafirmando el principio de heterogeneidad que caracterizó a Martín Fierro, aclara: “sus redactores militarán donde les cuadre, practicarán las ideas políticas, sociales, económicas filosóficas que quieran, serán irigoyenistas, alveristas, melo-gallistas, comunistas, y hasta neo-católicos, pero no solo no difundirán sus ideas en sus columnas (ni política ni religión) sino que en ninguna forma permitirá MARTÍN FIERRO que lo comprometan, o giren, o embarquen en su credo, contradiciendo su línea de conducta y su programa”, y para finalizar que “han fundado ese “Comité de jóvenes intelectuales”, algunos de sus colaboradores y amigos. Ellos no cuentan, ni pretenderían contar nunca, suponemos, con la sanción o el auspicio de MARTÍN FIERRO”.
La negativa de apoyar al comité provino del director y de dos importantes colaboradores, Ernesto Palacio y Oliverio Girondo, lo que condujo a que se resolviera poner fin a la revista. El manifiesto que preparó el comité se publicó en el diario Crítica, periódico en el que escribían y participaban muchos de los firmantes.
Así, no resulta arduo encontrar una profunda relación entre los campos político, periodístico e intelectual en la etapa preelectoral de 1927. La conformación de un Comité Yrigoyenista de Intelectuales Jóvenes encabezado por Borges y que funcionaba en su propia casa coincide con la política partidaria del radicalismo de acrecentar el número de comités electorales para lograr la captación de nuevos militantes. Como afirma Rock: “nuevamente comenzaron a florecer las actividades de los comités, organizando como otrora centros médicos y de asesoramiento jurídico, y suministrando fondos para actividades locales”.
importancia de la publicación en Crítica coincide con el cambio de posición Utica que adopta en 1927. La afirmación resulta verosímil si se tiene en Cuenta que durante el primer gobierno de Yrigoyen el diario había realizado Una fuerte campaña de crítica y desprestigio de su persona en particular y del radicalismo en general. Pero a diferencia de su histórico discurso político, en 1927 decide apoyar la fórmula que considera “representa la voluntad popular”.
Las causas de este nuevo posicionamiento político Saítta las encuentra tanto en la continuidad de “un tipo de representación de lo popular* que había consolidado al diario en su relación con las clases populares y que lo había definido en el rol de "la voz del pueblo”, en cuyo lugar “le hubiese resultado difícil sostener una candidatura alternativa a la de Yrigoyen’ ; y también como resultado de una oposición sistemática a los sectores personalistas que en estas elecciones proponen la fórmula del “Frente Único”, encabezada por Leopoldo Meló y Vicente Gallo.
Conclusiones
De los objetivos planteados desde los primeros números de la revista y del manifiesto aparecido en el cuarto número pueden desprenderse algunas reflexiones sobre el tratamiento de los asuntos politicos y también sobre las diferentes rupturas acontecidas en la formación, y en especial de la que la llevó a su fin.
1- En pleno proceso de consolidación del campo intelectual, Martín Fierro irrumpe con el objetivo radical de deslegitimar las tradiciones, instituciones y formaciones estéticas y ubicarse con claro sentido rupturista en un nuevo espacio que se construye dentro del sistema de fuerzas. Esto en un escenario de articulación de los campos periodístico y político, en especial de aumento de conflíctívídad en este último. La vanguardia en sus nuevos espacios reafirma su autonomía, especialmente a partir del cuarto número, cuando se subordinan los aspectos políticos a los estéticos.
Una hipótesis similar plantea Bourdieu para la explicación del campo cultural francés: la conformación y consolidación ha corrido de forma paralela al aumento de los conflictos políticos y sociales . Pero, sí bien es cierto que esta explicación puede ajustarse al caso de Martín Fierro, también se debe tener en cuenta que el grado de conflictividad durante el período 1924-1927si bien es limitado intrapartidariamente al radicalismo, interpartidariamente es relativamente menor que en otros anteriores, como por ejemplo los de 1910- 1912 y 1916-1919. Por su parte, debe recordarse las confluencias ideológicas entre el director, Evar Méndez, y el presidente Alvear. Es posible arriesgar que la estrategia de moderación que se toma en los dos casos es similar, sólo que
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en campos diferentes, lo que conduce a pensar que existe una complementariedad entre ambos.
2- La actitud aperturista hacia los “nuevos talentos”, confirmada en el
“Manifiesto” consolidó a la vanguardia en el campo cultural y la enriqueció ideológicamente al incluir entre sus adherentes a intelectuales provenientes tanto de Argentina, como también de América y Europa. Esto amplió el horizonte discursivo, atrayendo figuras de variados espectros ideológicos, pero por otro lado, contribuyó a reclutar figuras que no tenían intenciones de desarrollar sus intereses específicos únicamente dentro del campo cultural como se observa en los casos de Borges y Palacio.
3- Las rupturas que determinan el cierre de Martín Fierro son debidas no solo a problemas internos al grupo campo intelectual, pues también se introducen elementos de conflicto provenientes de otros campos.
Así, los dos principios bajo los cuales se definió la formación -heterogeneidad y moderatismo- fueron también los que la llevaron a su fin.


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