Bienvenidos a otra clase, seguimos en la cosmovisión de la Ciencia ficción, seguimos leyendo Frankenstein o el moderno Prometeo, la novela de Mary Shelley. Ya hemos recorrido gran parte de la estructura más externa de la novela, la que remite al prodigioso viaje que Robert Walton, británico y romántico, realiza con el propósito de llegar al Polo Norte. Este viaje se narra a través de unas cartas, cuatro en total, que le dirige a su hermana la Sra. Saville. Habíamos leído y analizado las primeras dos cartas.
¿Vamos ahora con la tercera? Es la más breve, podemos decir que se trata de la calma antes de la tormenta. Aquí todavía todo está en orden, es la primera carta que no tiene una lugar determinado, la fecha es 7 de julio, ya pasaron más de seis meses de San Peterburgos, todo marcha bien hasta la siguiente cuarta y última carta que se va a extender en forma de diario íntimo para continuar narrándonos la historia que se inserta a partir de acá. Pues es en esta que ocurre un giro que va a determinar el resto de la novela, ya que este va a ser el núcleo donde se sustente la historia del monstruo que todos conocemos y que hasta el momento no tenemos idea de cuándo o cómo aparecerá en la narración. Al menos, hasta ahora, esta historia no se parece en nada a lo que en el imaginario común tenemos sobre Frankenstein, un monstruo traído al mundo de los vivos con electricidad, con tornillos en la cabeza. Frecuentemente se lo pinta de azul y se le da un aspecto un tanto horrible. Esto, ya lo dijimos, es otro Frankenstein, es el Frankenstein inventado por el cine y es otra gran alternativa para estudiar las diversas lecturas que se han hechos sobre la novela Frankenstein, existen decenas de películas sobre el tema, obras de teatro, ninguna tiene mucho que ver con la novela. Yo creo que hay novelas que se resisten a ser filmadas o a ser transportadas de formato, tienen tanta profundidad en la trama que se necesitan muchas películas para hacer justicia a la técnica barroca que subyace en su creación.
Leamos un párrafo de esta última carta:
"Hacia las dos de la tarde, la niebla levantó y observamos, extendiéndose en todas direcciones, inmensas e irregulares capas de hielo que parecían no tener fin. Algunos de mis compañeros lanzaron un gemido, y yo mismo empezaba a intranquilizarme, cuando de pronto una insólita imagen acaparó nuestra atención y distrajo nuestros pensamientos de la situación en la que nos encontrábamos. Como a media milla y en dirección al norte vimos un vehículo de poca altura, sujeto a un trineo y tirado por perros. Un ser de apariencia humana, pero de gigantesca estatura, iba sentado en el trineo y dirigía los perros. Observamos con el catalejo el rápido avance del viajero hasta que se perdió entre los lejanos montículos de hielo".
"(...) a being which had the shape of a man, but apparently of gigantic stature, sat in the sledge and guided the dogs. We watched the rapid progress of the traveller with our telescopes until he was lost among the distant inequalities of the ice."
Esta es la primera aparición del monstruo, un fugitivo que huye en un trineo tirado por perros. Se lo describe como insólito, una existencia con la forma de un hombre. Además, cómo es posible que apareciera en ese lugar. La sensación que trasmite el texto es que aquello no es humano. Lo ven a la distancia lejana, a través de la lente del catalejo que deforma la imagen. Acá tenemos la imprecisión de lo fantástico, la duda que nos asalta por falta de certezas. La palabra para designarlo es "being", una existencia, no necesariamente humana.
Luego aparece un segundo trineo, a este solo le queda vivo un perro y el hombre que viaja en él está prácticamente moribundo. Entendemos que viene persiguiendo al primer trineo, el hombre que lo tripula es Victor Frankenstein y es quien a partir del momento que se recupere va a contarle a Walton su propia historia y la de la creación de la criatura.
Les leo:
"Cuando mi huésped se encontró un poco mejor, me costó protegerlo del acoso de la tripulación que quería hacerle mil preguntas. No permití que lo atormentaran con su ociosa curiosidad, ya que aún se encontraba en un estado físico y moral cuyo restablecimiento dependía por completo del reposo. Sin embargo, en una ocasión el lugarteniente le preguntó que por qué había llegado tan lejos por el hielo en un vehículo tan extraño.
Una expresión de dolor le cubrió el rostro de inmediato; y respondió:
- Voy en busca de alguien que huyó de mí.
¿Y el hombre a quien perseguía viajaba de manera semejante?
- Sí.
- Entonces pienso que lo hemos visto, pues el día antes de recogerlo a usted vimos unos perros tirando de un trineo, en el cual iba un hombre. Esto despertó la atención del extranjero, e hizo múltiples preguntas acerca de la dirección que había tomado aquel demonio, como él le llamó.
"(...) he asked a multitude of questions concerning the route which the dæmon, as he called him, had pursued."
Como verán, la palabra que usa ahora para referirse a la criatura es "daemon" palabra que irá alternando con otras semejantes a medida que avance la narración. Esta idea de demonio, en boca de Victor, se verá reforzada cuando más adelante comiencen los guiños al "Paraíso perdido", poema de John Milton con el que la criatura aprenderá a hablar en la ficción.
Vamos con una última cita:
" Me dijo entonces que empezaría su narración al día siguiente, cuando yo estuviera más libre. Esta promesa provocó mi más profundo agradecimiento. Me he propuesto escribir cada noche, cuando no esté ocupado, lo que me haya contado durante el día, empleando en lo posible sus propias palabras. De estarlo, al menos tomaré algunas notas. Sin duda este manuscrito te proporcionará gran placer. ¡Y con qué interés y simpatía lo leeré yo algún día en el futuro! ¡Yo, que lo conozco y que lo oigo de sus propios labios!".
A partir de acá la narración continuará desde la perspectiva de Victor Frankenstein, pero no directamente, sino escrita por la pluma de Walton que envía las cartas a Margaret. Nuevamente, un recurso que nos recuerda a los múltiples narradores que tiene el Quijote, técnica magistralmente apropiada por la casi adolescente inglesa que es Mary Shelley al momento de publicar este trabajo. Para ese entonces tiene 21 años, se supone que la novela la comenzó entre los 17 y los 18.
Bueno, agradezco a todos por haber participado de esta clase, por tener paciencia y escuchar atentamente todo este análisis que hacemos de la introducción de Frankenstein. La siguiente clase será de normativa, quiero que revisemos algunos errores comunes que están apareciendo en las producciones escritas que corrijo, me parece que si lo hacemos de manera colectiva la corrección tendrá mayor recepción. Nos vemos en la siguiente clase, recibo todo tipo de consultas a mi correo.
Tarea:
Esta vez será una tarea de lectura. Lean todo lo que puedan, de ser posible, terminen la novela. Luego de una o dos clases de normativas, retomaremos el análisis desde diversas partes, por eso es importante que en lo posible terminen de leer Frankenstein. Pueden enviar citas, pueden preguntarme lo que quieran, pueden, sobre todo, disfrutar del momento que dedicamos al placer que nos da una buena lectura.
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